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Perfiles de personajes: Draco Malfoy

Información oficial: http://eldiccionario.org/personajes/dracomalfoy.htm

Draco en esta saga:

Tras la batalla de Hogwarts, Draco y su familia alegaron haber colaborado con Harry para evitar represalias legales (declaración que Harry confirmó, ya que, gracias a la madre de Draco pudo engañar a Voldemort) y se retiraron a su mansión, prácticamente desapareciendo de la vida pública.

Un par de años más tarde, a pesar de estar a punto de comprometerse oficialmente con una joven llamada Astoria Greengrass, Draco decidió recorrer Europa, intentando encontrar olvidar lo ocurrido y encontrar su lugar en el mundo. En algún momento del viaje, conoció a una joven de la que se enamoró perdidamente y a la que llevó con él de regreso a Inglaterra. Rompió su compromiso con Astoria, hecho ampliamente comentado en los círculos rosas por ser ambos herederos de conocidas fortunas, y contrajo matrimonio en secreto con la joven europea. La pareja residió en la Mansión Malfoy, junto con Lucius y Narcissa Malfoy.
Draco pronto fue padre de Scorpius y Lisselotte Malfoy, nacidos aproximadamente con un año de diferencia. Un año después del naciemiento de su hija, la esposa de Draco murió en extrañas circunstancias, dejando a su marido al cargo de los niños. Este suceso le dejó muy marcado, y no se le ha conocido ninguna relación desde entonces.

Después de la muerte de su esposa, Draco se volcó en sus niños, ayudado por sus padres. Draco ha intentado educar a sus hijos en el respeto. Su madre, Narcissa, reformó y redecoró la casa, para hacerla más alegre y luminosa. En su papel de abuela, consiente a sus nietos en la medida de lo posible, aunque Draco hace lo imposible por evitar que sus hijos se conviertan en dos niños mimados como lo fue él, pues no quiere que cometan sus mismos errores.

En algún momento entre su viaje a Europa y la muerte de su esposa, Draco empezó a colaborar en secreto con Harry Potter (posiblemente influido por su mujer) Una especie de amistad empieza a surgir entre ambos, aunque ninguno se atreve a llamar amigo al otro. Este vínculo se ve reforzado cuando los primogénitos Potter y Malfoy empiezan las clases en Hogwarts y se vuelven íntimos amigos.


Galería de imágenes

Aquí os dejo una recopilación de imágenes inspiradas/que inspiran a los personajes :P para que os sea más fácil haceros una imagen mental de ellos.


Si por alguna de aquellas alguien se anima a hacer un fan-art y quiere que lo ponga, que me lo diga y hablamos ^^

(Click en las imágenes para ampliar)

Dolls denuestros protagonistas
Se corresponden, más o menos, con los años 5º, 6º y 7º. ¿Qué os parecen?





 Imágenes de James Potter
Supuestamente son de James Potter senior, pero bien podría ser nuestro James Sirius Potter :P




















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DollMaker (por si quereis haceros vuestras dolls):
http://www.folhavitoria.com.br/malkins/dollmaker/es/

Imágenes conseguidas de Google

Los Hermanos Potter  y el Secreto de la Cámara


Capítulo 05: Riku y Myrtle

Neville Longbottom se recostó en su sillón favorito y acercó los pies al fuego, tratando de calentarlos. En una mano tenía dos cartas que nos sabía si enviar y otra que preferiría no haber recibido.

Las primeras eran cartas para Harry y Draco contando la entrada triunfal de sus hijos. Sentía debilidad por los chicos, y, en el fondo, le hacían gracia, pero, por otro lado, comportamientos como ese debían castigarse y los padres tenían que saber qué clase de cosas hacían sus hijos… aunque era un poco pronto para empezar a cabrear a Ginny con las chiquilladas de los niños (porque para Neville, que los niños destrozaran media aula era mucho más que una chiquillada, y más teniendo en cuenta la gran cantidad de normas que se había saltado y la cantidad de desastres que había provocado su generación durante su escolaridad) 

Desde luego, nadie podía poner en duda que James era hijo de Harry. Aparte de ser prácticamente idéntico a su padre, el crío tenía un sexto sentido para causar problemas y una habilidad para volar más que sorprendente.

Volar. Quidditch. Neville acababa de encontrar la solución a uno de sus dilemas: James, actual rey de las gamberradas, adoraba volar y se había pasado un curso comentando a quien quisiera escucharle que en cuanto pudiera tener su propia escoba y quedara vacante un puesto en el equipo, él pensaba presentarse. Neville sabía que el profesor Von Trussle había reservado el campo de Quidditch para las pruebas a buscador. Tal vez hubiera encontrado una forma de controlar al pequeño James...

Solucionado un tema, quedaba la otra carta. Aquella le preocupaba bastante más. 

Era una carta de Draco Malfoy. Pocas personas conocían la extraña relación amistoso-laboral, por ponerle algún adjetivo. Una de ellas era Neville. Por su condición de director de la escuela, Neville debía conocer esa relación, pues se basaba, en gran medida, en asegurar el bienestar de los hijos tanto de Harry como de Draco.

El ex Slytherin le contaba algunas sospechas que tenía: creía en la existencia de un grupo muy similar a lo que en su momento fue el grupo de Voldemort. Y creía que uno de los principales objetivos de ese grupo era Hogwarts o quienes estaban dentro. Aún no tenía pruebas firmes, ni siquiera un nombre sospechoso. Neville, como Harry, no quería preocuparse antes de tiempo... pero algo le decía que Draco estaba en lo cierto y había algo grande y malo gestándose. Y aunque no fuera así, como director de una escuela llena de niños, su deber era preocuparse por cualquier mínima amenaza. Escribió una carta prometiendo que estaría vigilante, las otras las guardó, por el momento. 



- ¡Aún no hemos puesto fecha, y lárgate ya! - exclamó el capitán del equipo de Quidditch de Slytherin, intentando espantar a James.


Unos metros más allá, Scorpius, Albus y Lisse se aguantaban la risa. James llevaba casi dos semanas persiguiendo al capitán, intentando averiguar cuando tendrían lugar las pruebas para buscador.


- Al final lo vas a cabrear y te va a sacudir - comentó Scorpius.


- Antes muerto que permitir que cualquier otro se quede con MI puesto.


- Si te mueres, otro se quedará el puesto - varias risitas corearon el comentario de Lisse.


- Si hace falta, vuelvo como fantasma.


- ¿Los fantasmas pueden jugar al Quidditch? - preguntó Albus.


- Alguno tiene que ser el primero...




Los chicos se separaron, los pequeños se fueron a Transformaciones y los mayores a Defensa Contra las Artes Oscuras.
Ya había pasado algo de tiempo desde que Lisse y James encontraron aquella pequeña serpiente. Ninguno de los dos había vuelto a sacar el tema. Pero eso no significaba que se hubieran olvidado de ella. Al menos, no del todo.


Lisse hubiese querido seguir investigando, pero, poco a poco, los deberes se fueron acumulando y cada vez había que trabajar un poquito más. Además, cuando no estaban con sus hermanos, Albus y ella pasaban su tiempo libre con los primos del pelirrojo. Rose y Lisse se estaban convirtiendo en grandes amigas. Albus estaba contento por ello, le gustaba que ambas se llevaran tan bien.


James, por su parte, había vigilado a la niña durante unos días, pero dado que ésta parecía haber olvidado el tema, o al menos sus ganas de investigar, no le dio mayor importancia. Además, estaba más preocupado por las pruebas de Quidditch. Había escrito a su padre, pidiéndole una escoba. Éste le había respondido que, si quería una escoba, primero tendría que probar que la merecía. Si conseguía el puesto, utilizando una de las escobas del colegio, tendría la escoba que quisiera a su disposición.


- ¿Y vas a tener que volar en uno de esos palos? - comentó Scorpius cuando, de camino a la clase del profesor Von Trussle, James le habló de la carta de su padre.


- Mi padre dice que cuando uno es bueno de verdad, no importa con qué material trabaja.


- Mi padre discreparía.


- Tu padre es un pijo, igual que tú.

Scorpius no se tomó a mal el comentario, James solía pincharle con eso, aunque ambos provenían de familias acomodadas. Sin embargo, James había crecido en una casa normal en el Valle de Godric, con los caprichos restringidos (a pesar de que disponían de Harry tenía un buen sueldo y de que disponían de la herencia de los Potter, Ginny y su marido siempre procuraron que sus hijos se ganaran los caprichos, para enseñarles a valorar la importancia del dinero y el trabajo); mientras que Scorpius había crecido en una mansión, y aunque su padre intentaba no consentirles demasiado, lo cierto era que él y su hermana habían tenido todo lo que habían querido y más, bien porque a Draco le costaba negarles algo, bien porque sus abuelos, Lucius y Narcissa, adoraban conceder caprichos y hacer regalos a los dos niños. 



James y Scorpius eran muy diferentes, pero, al mismo tiempo, tenían muchas cosas en común. Tantas o más que sus padres, como Harry y Draco tardaron tantos años en comprender. 

- Potter - el aludido dio un salto cuando, en medio del silencio reinante en clase (nadie se atrevía a hablar cuando el profesor Von Trussle ordenaba copiar en silencio) el profesor lo llamó - Quédese un momento después de clase.


- Es que... luego toca Transformaciones, y creo que todos sabemos que a la profesora McGonagall no le gusta que lleguemos tarde...


- No le quitaré mucho tiempo, Potter, no se preocupe. Hablaré con la profesora McGonagall si es necesario.


Por entre los alumnos surgieron casa de "¿qué habrá hecho este ahora?". Al término de la clase, los alumnos salieron, excepto James y Scorpius. El rubio no sabía si irse o quedarse.


- Puede irse, Malfoy, esto no va con usted. 


- Preferiría que hubiese testigos, señor - pidió James.


Von Trussle levantó una ceja y miró a los dos chicos. James Potter y Scorpius Malfoy, agitadores oficiales de la escuela, eran los únicos que se atrevían a contestar a Vartan Von Trussle, digno sucesor de la fama que en su momento tuvo Severus Snape. 

El director Longbottom solía decir que ver a James y a Von Trussle juntos era casi como ver a Harry y Snape. Sin embargo, Von Trussle, a pesar de ser el jefe de la casa Slytherin, no favorecía a los alumnos de su casa (como sí había hecho Snape), más bien al contrario, exigía de sus tutelados una perfección absoluta, de forma que ningún otro profesor pudiera encontrar la menor falta. A cambio, defendia, en la medida de lo posible, a sus chicos frente acusaciones de terceros, aunque después les abroncaba y castigaba más de lo que cualquier otro profesor hubiese hecho. 

Scorpius, y sobretodo James, eran sus objetivos principales: los chicos eran demasiado listos como para que les pillaran en la mayor parte de las ocasiones y tan encantadores y graciosos que siempre conseguían ablandar a quien los regañara, incluso a McGonagall. Von Trussle era el único que parecía capaz de resistirse y controlar mínimamente a esos dos, por lo que la mayoría de los profesores solía remitir a los dos chicos directamente al jefe de su casa.


- Con testigos, pues - el nerviosismo de los niños aumentaba. Von Trussle disfrutaba con ello. Lentamente, se apoyó en su mesa y sacó un papel de los pliegues de la túnica - Tengo entendido, Potter - comentó, tras unos instantes - que quieres presentarte a las pruebas de buscador del equipo de Quidditch, ¿me equivoco?


James intercambió una mirada con Scorpius.


- No señor. Es decir, sí, quiero el puesto.


- Ya. ¿Crees que lo puedes conseguir?


- Soy muy bueno, señor.


- Hay gente que lleva varios años preparándose para optar al puesto - aquello era cierto. Varios alumnos querían ese puesto, algunos estaban entrenando desde hacía uno o dos años para conseguirlo (Grendel Wilkes, el capitán, un chico de sexto curso, era muy exigente) - Gente mayor que usted, más preparada.

- Lo sé.

- ¿Y aún así cree que puede conseguirlo?

- Soy el mejor.

Von Trussle esbozó una media sonrisa. Estaba disfrutando, de una forma un poco perversa, de la conversación. El niño se estaba poniendo cada vez más nervioso.

- A veces, ser el mejor no basta, Potter. A veces hace falta algo más... comportarse como es debido, por ejemplo. - James tragó saliva. Si los antecedentes contaban para conseguir el puesto, estaba frito. - El director tuvo dudas sobre si enviar esta carta - le mostró la carta a Harry y Ginny acerca del "problemilla" en clase de Encantamientos - pero se le ocurrió una solución mejor: cambiar la carta por una temporada de tranquilidad en la escuela y el permiso para jugar en el equipo. 


James supo que lo tenían pillado. Scorpius también. El problema era que los chicos no solo se dedicaban a intentar provocar infartos a los profesores, especialmente a Slavla, un blanco muy fácil; la mayor parte de sus objetivos eran sus propios compañeros (muchos de ellos, gente de su curso o más mayores que se dedicaban a acosar a los pequeños) Algunos, como Corgan y Acker, intentaban pillarles de alguna manera, pero los dos amigos siempre contestaban o se adelantaban. Si paraban, se los comerían, literalmente. 


- Está bien, señor - suspiró James, tras pensarlo unos instantes - Acepto el trato.


- Así me gusta, que los jugadores lo den todo por el equipo... no pongan esa cara de funeral, señores, me conformo con que la escuela esté tranquila hasta Navidad - en el fondo Von Trussle disfrutaba con las gamberradas de los chicos. - Las pruebas serán el jueves de la semana que viene, a las cuatro y media, tiene permiso para coger las escobas de la escuela si quiere entrenar, pero haga el favor de devolverlas tal cual las cogió - el profesor señaló la puerta con la cabeza - No hagan esperar a la profesora McGonagall.




- No entiendo a Von Trussle. A veces parece que me odie a muerte, y otras me ayuda...


- A lo mejor es un antiguo ligue de tu madre.


- Mi madre le saca por lo menos seis años, puede que ni siquiera coincidieran en la escuela. 


- ¡Potter! ¡Malfoy! - la profesora McGonagall les dirigió una mirada de reproche - Bastante han hecho llegando tarde a clase, concéntrense en su animal y dejen de parlotear. 


Los dos bajaron la cabeza, intentando centrarse en el hechizo para convertir animales en cosas. Winter, quien, en teoría, debería convertirse en un florero, lanzó a su amo una mirada enfadada.


- Joé, qué mirada me está echando... esto me lo va a hacer pagar...


- ¿Te preocupa la lechuza? Espera a ver lo que me hará mi hermana cuando se entere de que le he cogido el gato...


- Si es que esa bestia no te mata antes...




La mañana fue pasando y llegó la hora de la comida. James y Scorpius se encontraron con sus hermanos y los primos del primero en el vestíbulo. Los mayores volvían de Herbología, los pequeños, de Pociones.


- ¡Gran Merlín, cómo os habéis puesto! - exclamó Rose al verlos llegar cubiertos de tierra.


- ¿Qué habeis hecho, plantaros a vosotros mismos? - Fred los miró, divertido. Estaban muy cómicos con tanta tierra encima.


- Me gustaría veros el año que viene apañandoos con las mandrágoras - gruñó James, intentando sacudirse algo de tierra.


- Hay que transpantarlas, no jugar con ellas - comentó Lisse.


- Se ha roto una maceta, listilla - le respondió su hermano - Hemos estado media hora persiguiendo la maldita mandrágora por todo el invernadero. 


- Ya. ¿Y las marcas de las manos?


Scorpius se miró las manos. Tenía marcas rojizas desde los dedos hasta el codo. 


- Ya, bueno esto... es que tu gato es muy bestia...


- ¿Mi gat...? ¡Scorpius Malfoy, ¿qué le has hecho a mi gato?


- ¿Yo? ¡Nada!


Lisse iba molestándose por momentos. James, el único que entendía del todo la escena, luchaba por aguantarse la risa.


- Hoy, en Transformaciones, teníamos que convertir animales en cosas - explicó el pelinegro. 


- ¿Has usado a mi gato para practicar hechizos?

Los hermanos Malfoy se miraron fijamente durante unos instantes. De repente, Scorpius echó a correr lo más rápido que pudo, seguido de cerca por su hermana.


- ¡Scorpius Hyperion Malfoy, te voy a matar!


Los demás los siguieron, riendo alegremente hasta la escena. Se reunieron con ellos en la puerta del Gran Comedor. Lisse había alcanzado a su hermano y estaba colgada de su espalda, intentando ahogarle. 


- Un poco más de fuerza, señorita Malfoy, casi lo ha conseguido - comentó burlonamente el profesor Von Trussle al pasar, provocando una carcajada a la profesora Taylor, que lo acompañaba.


- ¡Quitádmela de encima que me mata!


Riendo, James cogió a la rubia por la cintura mientras Albus le soltaba los brazos. No les costó mucho sujetarla, Lisse era bastanque pequeña y James un poquito alto. 


- ¡Vale ya, suéltame! - Lisse se soltó como pudo del pelinegro y, cogiendo a Albus del brazo, se metió en el Gran Comedor y se dirigió hacia su mesa, fingiendo estar más enfadada de lo que realmente estaba. Sus hermanos los siguieron, mientras los primos Weasley se fueron a la mesa de Gryffindor, con lágrimas en los ojos por la risa.




Terminado el horario lectivo, Albus acompañó a Lisse a la sala común, pues la niña no se fiaba de su hermano (cosa comprensible, dados sus antecedentes) y quería comprobar que su gato estaba bien. 


- ¿Y bien? ¿Riku está bien? - Albus se había cansado de buscar al gato, así que se había sentado en un sillón mientras Lisse buscaba en los dormitorios.

- Ni bien ni mal. No está - Lisse se dejó caer en un sofá, con cara de preocupación - No está por ninguna parte.

- Bueno, siempre has dicho que es muy asustadizo, estará escondido en alguan parte.

- ¡Pero hemos buscado por todas partes! No está debajo de los sillones, ni de las camas, ni en los armarios... a lo mejor se ha perdido...

Albus se sintió mal al ver el disgusto que tenía su amiga.

- A lo mejor ha decidido ir a dar un paseo, ya volverá. 

- ¿Y si se pierde?

Era evidente que, aunque los gatos son listos y, por lo general, saben volver al hogar, Lisse estaba muy preocupada por su gato, pues estaba muy apegada al animal. Albus no podía entenderlo del todo, porque él nunca había sentido amor por los animales en general, pero le apenaba ver a su amiga tan triste.

- ¿Quieres que vayamos a buscarlo por el castillo? - ofreció el pelirrojo. La rubia no dijo nada, pero le miró con ojos tristes - Venga, vamos - Albus la cogió de la mano y tiró de ella para levantarla y llevarla hacia la puerta - Seguro que lo encontramos.




Los dos niños volvieron a salir. Buscaron por las mazmorras, la planta baja y el primer piso, en todos los lugares que Lisse pensaba que podían gustarle al gato, pero no lo encontraron. A la que sí encontraron fue a Rose. Se cruzaron con ella en la escalera. 


- ¿Dónde vais?


- Riku, el gato de Lisse, se ha perdido y no lo encontramos.


- ¿Cómo es?


- Es un Más o menos de este tamaño - Lisse marcó el tamaño aproximado del gato con las manos - de color blanco, con el morro chato y ojos... bueno, ojos amarillo gato. Lleva un collar de color verde oscuro con una plaquita plateada. Se llama Riku.


- Pues... antes se me ha cruzado una bola peluda y blanca a toda velocidad. No me he fijado bien, pero a lo mejor era él.


- ¿Dónde ha sido?


- En el segundo piso, no recuerdo a qué altura. Os acompañaría, pero Victorie me está esperando, tengo que llevarle esto - Rose señaló un paquete que llevaba en la mano.


- No importa, nos apañaremos. ¡Gracias, Rose!


La pelirroja se despidió de ellos y se marchó escaleras abajo. Albus y Lisse corrieron escaleras arriba.

- Pues parece que aquí tampoco está - comentó Albus, al cabo de un rato.


Lisse recordó un lugar donde no habían mirado.


- Espera, aún nos falta mirar un sitio...


- Lisse, se hace tarde - Albus estaba cansado y, además, habían perdido toda la tarde buscando al gato. Sus deberes esperaban cómodamente en sus mochilas. 


- El último, lo prometo. Si no está aquí volvemos... y mato a mi hermano.


Le guió por el pasillo, hasta una puerta entreabierta.


- ¡No puedo entrar ahí! - exclamó Albus - ¡Es un baño de chicas!


- Es el baño de Myrtle la Llorona, nadie lo usa.

- ¿Cómo sabes eso?

- Me lo dije tu hermano. Estuve aquí con él hace un tiempo.

- ¿Y te fías de mi hermano?


Pese a las protestas del pelirrojo, los dos entraron. El baño seguía igual de sucio que la otra vez, pero esta vez no había agua en el suelo.


- ¿Riku? - llamó Lisse.


Un maullido le contestó desde el fondo de la estancia. Lisse dirigió una sonrisa a Albus, había reconocido el maullido.


- ¡Riku, ven!


El gato corrió hacia los brazos de la niña, que se había agachado para recibirlo. Cuando lo tuvo, escondió media cara entre el pelo del animal y la frotó, contenta. Albus empezó a tirarle de la manga para llamar su atención, hasta conseguir que levantara la mirada.


El fantasma de una chica, de unos catorce o quince años, con unas enormes gafas y cara de enfado los miraba.


- Ho... hola - saludó Lisse tímidamente. Habían visto muchos fantasmas en Hogwarts, pero aquella tenía una cara tan enfadada que asustaba. 


- ¿Hola? - imitó la fantasma con voz chillona - ¿Quiénes sois, qué haceis en mi baño y por qué os llevais a mi gato?


Albus retrocedió un poquito ante el grito de la fantasma, pero Lisse no se movió. La miró, ofendida. No estaba acostumbrada a que le hablaran con tanta grosería.


- ¡Me llamo Lisselotte Malfoy y este gato es mío! - exclamó, sacando la vena familiar - Y el baño tampoco es tuyo, es del colegio.


- El baño es mio y el gato también, yo me lo he encontrado, yo me lo quedo. 


- El baño es del colegio - repitió Lisse, despacio - Y el gato es mio. Mira. 


La niña mostró una plaquita metálica donde ponía el nombre del gato y el suyo. La fantasma tuvo que rendirse a la evidencia, pero no relajó la cara.


- Está bien, Lisselotte Malfoy, puedes quedarte con Peluchito


- Se llama Riku

- ¡Yo lo llamo Peluchito! 

- Llámalo como quieras, pero se llama Riku. Se lo puso mi abuela, significa "tierra".


- ¿Quién llama "tierra" a su gato?


- Yo. 


- Perdón - interrumpió Albus, que no estaba seguro de si debía tenerle más miedo a la fantasma o a su amiga - pero tendríamos que ir pensando en irnos...


- ¡Eso, marchaos! ¡Apartaos de Myrtle la fea, la apestada, la aburrida, la chismosa, la triste!


- ¿Tú eres Myrtle la Llorona? - preguntó Lisse, incrédula.


- Sí, ¿algún problema? 


- No... es que te imaginaba... diferente.


- ¿Cómo, diferente?


- Pues... no sé. Solo diferente.


- Pues siento decepcionarte.


- ¿Por qué te llaman la Llorona?


- ¿A tí qué te parece?


- Me parece que a nadie tendrían que llamarle "llorón".


Myrtle la miró con los ojos muy abiertos. La gente solía reírse o huír de ella, nadie se expresaba con tanta franqueza. Albus miraba a su amiga admirado, él tenía un poquito de miedo a los fantasmas (aunque algunos, como el Fraile Gordo, eran bastante agradables) pero Lisse se había enfrentado a Myrtle sin que le temblara la voz, y, además, le decía lo que pensaba sin temor a provocarla (cosa que, había observado, era bastante fácil) Albus admiraba la franqueza y el aplomo de Lisse: decía lo que pensaba sin temor a que la juzgaran o le sentara mal a alguien.


- Bueno, si tanto te interesa, me llaman así porque lloro mucho, por culpa de los chicos, que son muy malos.


- ¿Qué te hacen?


- Oh, lo típico, ya sabes. Se meten conmigo, me tiran cosas...

- Eso no está bien, no se puede ir por ahí tirando cosas a la gente, aunque no puedan hacerle daño. 

Myrtle volvió a medir a la rubia con la mirada. 


- No, no lo está. Pero no todos son así. Hace tiempo, tuve un amigo.


- ¿Hace tiempo? ¿Qué le pasó?


- Creció y se fue del colegio - Myrtle juntó las manos y se sentó en el aire, con actitud soñadora - Era tan bueno, tan guapo, tan noble... siempre fue muy cariñoso conmigo... Se llamaba Harry, Harry Potter.


Lisse intercambió una mirada con Albus. El pelirrojo miró con incredulidad a Myrtle. No se imaginaba a su padre siendo cariñoso con un fantasma, y menos con Myrtle.


- Harry Potter es mi padre.


- ¡No te creo!


- ¡Sí lo es! ¡Me llamo Albus Potter, mi padre es Harry Potter!

- No te pareces a Harry - dictaminó Myrtle, tras mirarlo con detenimiento.


- Ya lo sé - Albus se enfurruñó - Ya sé que yo no me parezco a mi padre. Mi hermano sí se le parece, pero yo no.


- No, tú te pareces a ese chico que iba siempre con él... aquel tan torpe y desagradable...


Albus supuso que se refería a su tío Ron, pero no dijo nada. Siempre que salía el tema de los parecidos, el niño se molestaba. Le fastidiaba que todo el mundo alabara el increíble parecido entre su padre y su hermano. Albus admiraba mucho a su padre y quería parecerse a él, pero al lado de James era bastante complicado. 


La puerta del baño se abrió y los tres se volvieron rápidamente. 


- ¡Aquí estábais! ¡Llevamos siglos buscándoos!


Eran Scorpius y James. Se habían encontrado con Rose volviendo del campo de Quidditch (James había querido ir a entrenar y Scorpius accedió a acompañarle a cambio de una rana de chocolate). La pelirroja les había contado su encuentro con los pequeños y James y Scorpius decidieron ir a buscarlos, pues ya era tarde y faltaba poco para el toque de queda.


- ¡Hola, Myrtle! - saludó James, alegremente, con su sonrisa de niño bueno - ¿Qué tal estás?


- Aquí, hablando con estos niños. La niña había perdido a su gato y yo se lo he devuelto.


Lisse abrió la boca para replicar, pero su hermano le hizo un gesto para que callara, así que la volvió a cerrar.


- Estos niños son nuestros hermanos, ¿lo sabías?


- Me lo imaginaba. El pelirrojo dice que es hijo de tu padre.


- Sí, ésa es una buena definición de hermano. Oye, Myrtle, tenemos que irnos. Se hace tarde, y si nos pillan aquí no nos dejarán volver.


La fantasma hizo un mohín de disgusto, pero sabía que James tenía razón.


- Bueno, pero promete que volveréis otro día.


- Claro, claro - James cogió a su hermano por el brazo y lo llevó hacia la puerta, seguido por los Malfoy.


- ¡Y traed a Peluchito!


- ¡Que se llama Riku! - exclamó Lisse, mientras su hermano la empujaba hacia el pasillo. 





El pasillo estaba a oscuras y desierto, igual que la vez en la que James y Lisse habían encontrado la pequeña serpiente.

- Oye, ¿cómo no me cuentas que eres amigo de una fantasma? - preguntó Albus a su hermano. James se encogió de hombros.

- Neh, tampoco es que seamos amigos. Myrtle está… necesitada de cariño, a poco que le hagas caso puede ser muy útil.

“Mi hermano, siempre sacando provecho de quien pueda”, pensó Albus, pero se guardó de decirlo en voz alta.

- ¿Qué provecho se saca de una fantasma?

- Cotilleos, secretos… Myrtle se entera de muchas cosas, es la mayor enciclopedia de rumores que puedas encontrar. Por ejemplo, hace tiempo me comentó que entre las alumnas mayores se rumorea que Von Trussle y Taylor están liados.

- ¿Lo están?

- Quién sabe. Myrtle está al tanto, pero aún no ha conseguido pruebas fehacientes. Pero cuando las tenga me lo dirá, de eso podéis estar seguros - James sacó su preciado mapa y se dispuso a activarlo - Venga, volvamos a la sala común, ya hablaremos de Myrtle luego.

Pero el pelinegro no llegó a activar el pergamino. Scorpius se lo quitó y lo empujó de nuevo dentro del baño, haciéndole un gesto de silencio, ante la mirada atónita de los más pequeños. James intentó salir, pero su amigo sujetaba el pomo para que no pudiera abrir. El niño no tardó en oír un ladrido agudo, que le indicó la causa de su repentino encierro.

- Vaya, vaya, niños por los pasillos a estas horas… - por el pasillo apareció la señora Geel, la conserje, acompañada por su inseparable perrillo. 

La mujer era bastante gruesa y cojeaba de la pierna derecha. Aunque no era joven, aparentaba más edad de la que realmente tenía y tampoco era atractiva. Su compañero inseparable era Parr, a quién los alumnos llamaban Plasta, un perrillo de origen incierto y bastante feo. Parr o Plasta, olisqueaba y perseguía a los alumnos, especialmente a los gamberros, y montaba un gran escándalo cuando sorprendía a alguien quebrantando las normas, lo que solía atraer irremediablemente a la conserje o a algún profesor. Un pequeño bichejo bastante molesto que empezó a gruñir al gato de Lisse. El minino se subió a los hombros de su ama, intentando esconderse tras su pelo, hasta que Scorpius lo cogió y lo medio escondió bajo su capa, para que no arañara a nadie.
- Estábamos buscando al gato de mi hermana, señora Geel… - intentó explicarse el rubio.

- No importa, una infracción es una infracción - lo cortó la mujer - Ahora mismo os llevaré con el profesor Von Trussle… por cierto… ¿dónde está Potter?

- Estoy aquí, señora.

- ¿Tú también te llamas Potter? Yo me refería a ese demonio de pelo negro. ¿QUé sois, primos? Merlín, espero que no te parezcas al otro, jovencito, de lo contrario nos vamos a llevar muy mal.

La mujer los condujo hacia el despacho del profesor Von Trussle, que se encontraba en ese piso. Haciendo caso omiso del malestar que su comentario había causado en Albus y de los intentos de Lisse por justificarse (Scorpius, que la conocía, lo dejó por imposible), la conserje se pasó el trayecto hablando de los "logros" de James y de cómo corregiría ella ciertas conductas, si se lo permitieran.


El profesor Von Trussle estaba ocupado corrigiendo (más bien suspendiendo) trabajos de alumnos. Apenas prestó atención a las protestas de la conserje, se limitó a darle las gracias por "cazar" a sus alumnos y a pedirle que se marchara, que ya se encargaba él de tomar las medidas oportunas. A los chicos les indicó que se sentaran y esperaran, mientras él terminaba de puntuar la última redacción. Sólo había dos butacas, por lo que Albus ocupó una y los hermanos Malfoy la otra, con Lisse sentada sobre las rodillas de su hermano. 

- Bueno - Von Trussle levantó la cabeza y examinó a los niños con sus ojos claros - ¿Qué os trae por aquí?

- Verá, señor - empezó Lisse - resulta que estábamos...


- No me interesa su vida, señorita Malfoy. Quiero saber por qué la señora Geel los ha traído aquí.


- Porque nos pilló en el pasillo a deshora, señor - contestó rápidamente Scorpius. El chico, a diferencia de su hermana y de Albus, estaba perfectamente acostumbrado a los interrogatorios de los profesores. Von Trussle, en concreto, hacía preguntas directas a sus alumnos, quienes debían responder única y exclusivamente a lo que les había preguntado, con total sinceridad. Nadie se atrevía a mentir delante de Von Trussle, sus ojos azules parecían leer en los demás cuando eran sinceros y cuando no.


- Y estaban en el pasillo porque...


- Porque estábamos buscando al gato de mi hermana, señor. 


Como si supiera que hablaban de él, Riku asomó la nariz por la túnica de Scorpius y se quedó mirando fijamente al profesor. 


- Un gato muy bonito - comentó fríamente el profesor - ¿Por qué lo buscaban?


- Se escapó. Fue culpa mía, lo cogí para una clase y no me preocupé de que se quedara en la habitación después. Estaba escondido en el pasillo del segundo piso.


Ni a Albus ni a Lisse les pasó inadvertido que Scorpius había evitado mencionar el baño de Myrtle. El pelirrojo advirtió que Von Trussle miraba fijamente a los ojos de Scorpius, como si quisiera hacerle confesar lo que escondía. Aquel profesor llegaba a resultar incluso siniestro, con su piel pálida y su pelo azabache. El aura de misterio que lo envolvía y la asignatura que impartía también contribuían a esa sensación.


- Bien - dijo al cabo de unos segundos - Si no tienen más que añadir... Señor Malfoy, dado que usted se ha confesado culpable principal, va a limpiar los calderos de Pociones durante las dos próximas semanas. En cuanto a ustedes dos - Albus y Lisse cruzaron una rápida mirada por el rabillo del ojo. Ninguno había sido castigado antes - usted, señor Potter, me ayudará con estos trabajos - señaló un mueble repleto de pergaminos, probablemente trabajos de Defensa Contra las Artes Oscuras de todos los cursos - durante el tiempo que sea necesario. Señorita Malfoy, usted será la asistente del equipo de Quidditch de Slytherin desde ahora hasta el primer partido, durante los entrenamientos y el partido - Lisse hizo un gesto de disgusto. El equipo de Slytherin estaba integrado exclusivamente por chicos, y a Lisse, siempre pulcra y elegante, no le hacían mucha gracia los niños sucios y sudados - Por cierto... ¿dónde está el señor Potter?


- Se ha quedado en la sala común. Ha entrado durante toda la tarde y estaba cansado, no quiso acompañarnos - respondió rápidamente Scorpius.


El profesor sospechaba que no era así, pero no dijo nada.


- Muy bien, pues si todos tienen claro lo que deben hacer... vuelvan ahora mismo a la sala común.




Los tres volvieron apresuradamente a la sala común, deseando descansar y calentarse cerca del fuego. Allí les esperaba James, quien se había escabullido del baño en cuanto los oyó alejarse. 


- Gracias, Cory, te debo una.


Scorpius se encogió de hombros.


- Para algo están los amigos. Pero más te vale coger la Snitch, o te pongo a limpiar calderos conmigo.








Making Off:

Los capítulos van a tener que espaciarse un poquito, porque el mes que viene empiezo los exámenes (sic...) y me tengo que plantear lo de empezar a estudiar y tal... aunque es posible que algún capítulo caiga, porque algún descanso tendré que hacer... Intentaré tener otro antes de que acabe el año

Cosas varias:
- Que sepais que escribo a las 5 de la mañana y a las 9-10 de la noche. ¿Por qué? Son mis horas más libres, recién levantada y a punto de acostarme. 
- He hecho (más bien repetido) el test de selección de HarryPotterLa. Slytherin. 
- Mi conexion es una MI-ER-DA. Se pega cada corte...
- Tenía el portátil enchufado y sin batería. Espantando al gato, he soltado el cable de una patada. Apagado. Lo enciendo. Durante 30 segundos he creído que lo que llevaba escrito (desde la escena con el capitán de Quidditch hasta la conversación con Von Trussle) se había perdido. He tardado siglos en escribir esa parte. Sí, me he planteado el suicidio. ADV (estoy por mandarlo)
- Uuuggg, el gato acaba de vomitar... al menos ha tenido la decencia de hacerlo en el suelo...
- No os imaginais lo difícil que es intentar que todos los personajes tengan más o menos el mismo protagonismo XD
- Me encanta que Lisse saque "la vena Malfoy", creo que la voy a sacar más a menudo...
- ¡Por fin he terminado el capítulo! Dios, para ser la última semana antes de las vacaciones, los profes se están pasando un huevo. Joé, si no les ha dado tiempo, no es mi culpa, que no quieran recuperar en dos sesiones todo lo que no hemos hecho durante el trimestre ¬¬
- He recibido mi primer mensaje privado para que escriba *o* me siento halagada, ¡gracias JESESE5!
- En el próximo capítulo habrá partido de Quidditch. Creo que voy a jugar un poquito al QWC para inspirarme... :P 
- En el blog voy a colgar perfiles de los personajes para que los vayais conociéndolos. Buscadlos bajo el tag "Extras"
- Corregido un fallo encontrado por frankito_aae, ¡gracias! (esa parte la escribí recién levantada, eso me pasa por despertarme a las 5.30 de la mañana)

Sombrero seleccionador

No tiene mucho que ver con el fic, pero a raíz de un tema de la comu de T!, he hecho el test de selección de HarryPotterLa, que probablemente sea el mejor que hay.

Ya lo hice hace años, y curiosamente es el único en el que me sale Slytherin. Claro, que es el único con preguntas originales, donde es difícil "adivinar" lo que te va a salir (en los otros, suelo sacar o Gryffindot o Ravenclaw. Lo único que tengo claro es que de Hufflepuff no soy XD)

En fin, aquí mis credenciales:

Soy Slytherin!
Tu Casa en Hogwarts - El Test!


Soy Slytherin!
Tu Casa en Hogwarts - El Test! 



Test:  http://www.potterincantatem.com/Quizzes/hogwarts_quiz.htm

Perfiles de personajes: Harry Potter


Harry Potter en esta saga:

Después de la batalla final en Hogwarts, Harry Potter, el niño que vivió, recogió los pedazos de lo que hasta entonces había sido su vida y empezó a construir una nueva, la que siempre quiso tener.

A pesar de haber perdido su último curso en la escuela, le fueron convalidados (junto a todos sus compañeros que participaron en la batalla) tanto el último curso como los exámenes de ÉXTASIS. De manera excepcional, tanto él como Ron pudieron saltarse los cursos de formación como Auror, para, tras superar una prueba especial, pasar directamente a formar parte del cuerpo de aurores del reformado Ministerio de Magia, donde fue subiendo posiciones hasta alcanzar uno de los puestos superiores.

En lo referente a su vida privada, que ha intentado (con mayor y menor éxito en según qué casos), tras la batalla, Harry formalizó su relación con Ginny Weasley y, tras unos años de noviazgo, contrajeron matrimonio en una ceremonia que, gracias a la colaboración de todos sus allegados, fue privada. El matrimonio tiene tres hijos, James Sirius, Albus Severus y Lilian Luna Potter. Además, Harry es el padrino y tutor de Ted Remus Lupin, hijo de los fallecidos Remus y Nymphadora (Tonks) Lupin, con quien ha ejercido de padre y mentor, al igual que hicieron con él previamente Albus Dumbledore, Sirius Black y Remus Lupin, aunque oficialmente el niño quedó a cargo de su abuela, Andrómeda Tonks, encargada de su crianza, ayudada constatemente por el matrimonio Potter.

Harry mantiene casi todas las amistades de la escuela, aunque la madurez ha alejado a algunos amigos. Sigue en contacto constante con su mejor amigo y cuñado, Ron Weasley, y su mujer Hermione, siendo además el padrino de la hija mayor de ambos, Rose. Es también muy cercano al resto de los miembros de la enorme familia Weasley, convirtiéndose en el tío favorito de todos sus sobrinos. Mantiene también una sólida amistad con Luna Lovegood, actual editora de la revista El Quisquilloso, y con Neville Longbottom, actual director de Hogwarts y ex profesor de Herbología.

La seguridad de su familia es la principal meta de Harry, quien hará lo que sea por protegerles. La lucha contra lo que queda de los fieles a Lord Voldemort y la detención de cualquier tentativa de toma de poder por parte de algún otro mago tenebroso ha dirigido la vida profesional, y parte de la personal, de Harry en su etapa adulta. Siempre que le es posible, se encarga personalmente de cualquier caso relacionado con esta materia. Su obsesión le ha llevado a acercar posturas con su antiguo enemigo Draco Malfoy, hasta el punto de que, conociéndole poco a poco a través de las escasas cosas que Malfoy deja caer sobre él mismo y su familia, llega a respetarle y comprenderle, hasta el punto de considerarse su amigo, aunque esta relación, por el momento, se mantiene en secreto, conocida sólo por unos pocos.

Los hermanos Potter  y el secreto de la cámara


Capítulo 04: La serpiente grabada

Poco a poco, los nuevos alumnos se fueron adaptando a la vida en la escuela. A lo que Albus y Lisse no terminaban de acostumbrarse era a tener un muchillón de pares de ojos mirándoles continuamente, por no hablar de la sensación de tener a los profesores a la espera de que armaran alguna.

Algunas reacciones de los profesores no ayudaban.

“Gran Merlín, espero que no tengáis nada que ver con vuestros hermanos… y vuestros padres. Ya no tengo edad para ciertas cosas…” comentó la profesora McGonagall, de Transformaciones, dirigiéndoles una mirada severa.

“Fui compañero de vuestros padres en la escuela, y, por supuesto, conozco a vuestros hermanos. Lo vais a tener difícil para ser originales.” El profesor McMillan, de Herbología, le obsequió con una gran sonrisa. Al menos, parecía que alguien sentía simpatía por ellos…

El profesor Binns no hizo ningún comentario. De hecho, tuvo serias dificultades para pronunciar bien sus apellidos y nombres… y los de media clase. Todos se quedaron un poquito impresionados por aquel profesor fantasma, pero tras un cuarto de hora, el interés se convirtió en aburrimiento y dolor de mano.

El profesor Slavla, de Encantamientos, casi se echa a llorar al conocerlos. Tuvieron que prometer varias veces que no iban a imitar a sus hermanos. Incluso tuvieron que darle un pañuelo.

Por su parte, la profesora Redbolt, de Astronomía, no hizo ningún comentario, pero le dedicó a Lisse una sonrisa.

- Quédate un momento después de clase - le pidió en voz baja, aprovechando que la clase estaba distraída apuntando las particularidades de la asignatura. Después se volvió hacia el resto de alumnos - Bien chicos, podéis iros en cuanto acabéis de copiar la pizarra. Por hoy no haremos nada más. Recordad que la semana que viene nos veremos a las diez y media aquí mismo.

Los alumnos se levantaron, listos para irse. Albus se quedó un momento mirando la puesta de sol. Por  ser el primer día, la clase se había desarrollado antes de la hora habitual, pues la profesora había programado explicar la asignatura y dar unas nociones básicas para que a partir de la siguiente sesión, que sería ya a la hora normal, supieran enfocar los telescopios y tuvieran un mínimo de conocimientos sobre estrellas.

- ¿Vamos?

- Adelántate, Redbolt quiere que me quede y no sé lo que va a tardar.

- ¿Qué has hecho?

- Y yo que sé…

Extrañado, Albus se marchó. Pensó en esperar a su amiga, pero al final decidió irse a la sala común y adelantar algo de trabajo, pensando en dejárselo a Lisse después, para que a ella le costara menos.

Lisse recogió sus cosas y se quedó parada junto al sitio que había ocupado, esperando a que la profesora dijera lo que tuviera que decir. Ésta se quedó mirando un rato la puesta de sol, con aire ausente. De pronto, sacudió la cabeza y sacó algo que parecía papel de su escritorio.

- Sabes… me recuerdas mucho a alguien - la profesora no miraba a Lisse, si no lo que tenía en la mano.

- ¿A quién? - pregunto Lisse tras unos segundos, pues la profesora no parecía dispuesta a explicarse. La profesora Redbolt le tendió el papel.

Era una fotografía. Lisse la miró y comprendió.

- Era mi mejor amiga - explicó la profesora - Casi como mi hermana.

- Mi padre no habla de ella.

- Lo sé. Me pidió que no os dijera nada pero… al verte ahí sentada… me has recordado tanto a ella…

- Mi hermano se le parece más. ¿Sabe él…?

- No… no conseguí reunir el valor para decírselo…

- ¿Y por qué a mí sí?

- Pues… porque llevo un año arrepintiéndome de no haber dicho nada… porque sé que vuestro padre no habla de ella… no sé por qué, pero… - Elise Redbolt fijó sus ojos color avellana en los de la niña Malfoy. Si no fuera porque los de la chiquilla eran del color de la luna, hubiera creído que era su amiga quien la miraba.

Lisse entendió que aquello estaba resultándole muy duro. La niña desvió la mirada a la fotografía.

- ¿Puedo quedármela?

- Claro. Yo… tengo más. Si algún día quieres…

La niña se levantó y se dirigió hacia la puerta. La profesora Redbolt estaba muy afectada y ella también. Quería irse.

- Lisse - la llamó la profesora, cuando llegó a la puerta. Ella se volvió - Estaré… siempre que me necesites. Cualquier cosa. Lo que sea. No importa el momento, ni el lugar. Siempre que necesites algo… búscame, ¿vale?

La rubia asintió.

- Claro.

- Y a tu hermano…

- Creo que debería ser usted quien se lo diga… pero le hablaré bien de usted, no se preocupe - Lisse esbozó una sonrisa triste - Gracias.

Elise Redbolt la vio salir, sin poder evitar que una lágrima se deslizara por su mejilla. Esa niña y su hermano le traían muchos recuerdos.

La conversación con la profesora de Astronomía había durado más de lo que Lisse pensaba. Los pasillos estaban completamente desiertos y llenos de sombras creadas por las velas a medio consumir y los rayos de luna que entraban por las ventanas. Aquello daba un poquito de miedo. Lisse apresuró el paso, quería llegar cuanto antes a la sala común.

Algo la cogió por el hombro. Lisse, asustada, lanzó el codo hacia atrás.

- ¡Ay!

La niña se volvió, con el corazón a mil por hora.

- ¿James?

El pelinegro se había llevado las manos al vientre.

- Jo, qué bestia eres. Menuda fuerza, para lo pequeñita que eres…

- ¡Lo siento! - Lisse recogió un cubo lleno de trapos y un cepillo que el chico había dejado caer - Pero me has asustado, casi me da un infarto.

- Ya, pero tampoco hacía falta que me sacaras los intestinos por la espalda - James cogió su cubo lleno de trapos y su cepillo, y la mochila de Lisse, que se había quedado en el suelo - Encima que me preocupo por ti…

- ¿Preocuparte? - Lisse levantó una ceja.

- Que andes sola por el segundo piso… no es normal.

Los dos comenzaron a recorrer el pasillo.

- Creía que la ronda la hacían los prefectos.

- Vengo de limpiar los baños, lista. Estoy castigado, ¿recuerdas?

- Cómo olvidar vuestra graaaan entrada…

- Hay que mantener una reputación. Bueno, pues yo estoy volviendo de limpiar retretes. ¿Cuál es tu excusa?

- La profesora de Astronomía me pidió que me quedara un ratito.

- Y luego dices de nosotros…

- ¡No me castigó, listo!

- ¿Y qué quería? ¿Hablar sobre el bonito color de tus ojos?

Lisse agradeció que la oscuridad ayudara a tapar el leve rubor que notaba en sus mejillas. Intentó pensar rápidamente en una forma de cambiar el tema. No le apetecía comentar la conversación con la profesora. Entonces notó algo.

- Oye, ¿no se supone que vienes de limpiar todos los baños de este piso?

- Sí, ¿por qué?

- Porque ahí hay agua.

James miró hacia el lugar que señalaba la rubia. La luz de la luna arrancaba destellos en un charco que salía de debajo de una puerta.

- Es el baño de Myrtle la Llorona.

- ¿Y qué, no piensas limpiarlo?

- Lleva milenios fuera de uso. Nadie entra allí.

- Ya, bueno, pero ese charco de agua no es normal.

- A Myrtle la llaman “llorona” por algo, ¿sabes? Se habrá pasado la tarde llorando y ese es el resultado.

- ¿Y no será un grifo abierto?

- Te digo que es Myrtle…

- Bueno, no pasa nada por asegurarse…

James puso los ojos en blanco y la siguió. Lisse avanzó resuelta, contenta por haber distraído la atención del chico. Abrió la puerta con cuidado. Se encontró con un baño de chicas, amueblado igual que todos los demás, pero con aspecto viejo y casi todo lo que había en su interior roto o en mal estado.

- Gran Merlín, esto está hecho un auténtico asco… - Lisse pasó el dedo por la pared, dejando a su paso una marca en la gruesa capa de polvo que lo cubría todo.

- Ya te dije que nadie entra aquí desde hace tropecientos mil años…

- ¿Y entonces como sabes que aquí vive una tal Myrtle?

- Eeeee… ya sabes… se cuentan historias… - Lisse le dirigió una mirada incrédula - Bueno, vale, tu hermano y yo nos hemos escondido aquí alguna vez… Es que no sabes cómo se pone la señora Geel con el barro…

- De alguna forma me lo imaginaba… - Lisse echó un vistazo a la zona de los retretes - Oye, aquí no hay nadie.

- Myrtle habrá salido.

- ¿Y el charco?

- Myrtle se ha pasado el día llorando, se ha aburrido, se ha ido a dar una vuelta y ha dejado el charco.

- No me creo que una sola persona pueda llorar tanto.

- Para empezar, Myrtle es un fantasma.

- Da igual, antes tuvo que ser una persona.
James puso otra vez los ojos en blanco. Esa niña sabía desquiciarle.

- Como sea. El caso es que Myrtle está llorando la mayor parte del tiempo. El resto está quejándose, o intentando pillar a alguien para chivarse. Es bastante repelente, la verdad.

- ¿En serio se pasa el día llorando?

- Sí. Puede llorar durante horas y horas. A veces hace estos charcos.

- Pobrecita. ¿Por qué llora?

- ¿Quién sabe? - James se encogió de hombros - Siempre está mohína o molesta, la gente prefiere mantenerse lejos de este sitio. Es deprimente…

- Y raro…

- ¿Raro?

- ¿No lo notas? Aquí hay algo raro. Algo muy raro.

James dio la vuelta a los lavabos, que estaban dispuestos formando una especie de columna. Algo allí no encajaba, una especie de sexto sentido se lo decía.

- Sí que hay algo raro… oye, deberíamos irnos. Es tarde, y si nos pilla Geel…

- Espera - Lisse apartó el polvo de uno de los grifos - Mira, aquí hay algo…

Uno de los grifos estaba tallada una pequeña serpiente.

- ¿Una serpiente? - James miró primero el grifo y luego a Lisse - ¿Qué tiene de raro una serpiente?

- ¿Has visto alguna otra en algún otro lavabo?

- ¿Te acuerdas de todos los grifos de todos los lavabos  que has visitado en tu vida?

- No.

- ¿Y por qué esperas que yo lo haga?

- Porque llevas toda la semana limpiando baños… y me imagino que no es la primera vez…

James volvió a mirar la serpiente.

- Creo que nunca he visto nada tallado en un grifo - Inclinó la cabeza y le pareció que la figura se movía. El chico sintió un escalofrío. Algo le decía que aquello no era normal, que ocultaba algo malo y que lo mejor que podían hacer era largarse. - Venga, vámonos, que aún nos la vamos a ganar - Cogió a la niña del brazo y la arrastró hacia la puerta.

- Pero…

- No es más que un grabadito, alguien se aburriría y lo haría, no significa nada - James asomó la cabeza cautelosamente.

- ¿Viene alguien? - preguntó Lisse, intentando asomarse.

- No, pero nunca está de más asegurarse - el pelinegro sacó un pedazo de pergamino de la túnica. Lisse lo miró. Parecía viejo y estaba en blanco.

- ¿Un cacho de pergamino? - preguntó, burlona.

- No es un cacho de pergamino. Es la clave de mi éxito. No se lo enseño a todo el mundo.

- ¡Qué honor!

James tocó el mapa con la varita.

- Juro solemnemente que esto es una travesura.

La sarcástica Lisse cambió su expresión de escepticismo por una de asombro. Sobre el “cacho de pergamino vacío” empezaron a surgir un montón de líneas, formando un mapa del castillo, entre las que se movían un montón de puntitos.

- Este mapa muestra todos los rincones del castillo, incluidos unos cuantos pasadizos secretos, que nunca vienen mal. ¿Y ves los puntitos? Son personas. Cada persona que está dentro de Hogwarts aparece marcada aquí.

Gracias al mapa, los dos chiquillos pudieron llegar tranquilamente a la sala común de Slytherin, evitando encontrarse con los prefectos que hacían la ronda y la conserje.

Al llegar a la sala común, Lisse se dio cuenta de algo.  

- James, ¿recuerdas la serpiente del grifo?

- ¿Qué pasa ahora con la serpiente?

- Que es igual que las que decoran esta casa.

James miró alrededor. La sala estaba plagada de serpientes (talladas en los muebles y columnas, bordadas en las cortinas, pintadas en las paredes…) y todas ellas eran muy similares a la que estaba grabada en el grifo.

- Ya. ¿Y? Son serpientes. No se puede innovar mucho…

- ¿Qué hacías antes de entrar en Hogwarts?

- Fui a una escuela muggle.

- ¿Y en vacaciones?

- Iba a la playa y de acampada, con mis primos. Lo que hacen la mayoría de la gente de nuestra edad, por cierto.

- ¿Y nunca has pisado un museo?

- Y eso está relacionado con las serpientes porque…

- Porque cualquiera que sepa un poquito de arte sabe que si dos imágenes tienen el mismo estilo… es porque fueron hechas en la misma época. Y, probablemente, por la misma persona o por alguien muy cercano.

James volvió a mirar las serpientes que decoraban la sala.

- ¿Quieres decir que quien quiera que grabara esa serpiente era un Slytherin?

- Quiero decir que es muy posible que fuera uno de los primeros Slytherin. Tal vez, el primer Slytherin.

- El prim… ¿Salazar Slytherin? ¿Por qué iba Salazar Slytherin a grabar una serpiente en un grifo?

- Eso es lo que deberíamos averiguar…

El pelinegro miró a la niña. En sus ojos color luna se reflejaban las llamas de la chimenea.

- Estás loca. Como una cabra - por alguna razón, James intuía, al igual que Lisse, que había algo raro en esa pequeña serpiente. Pero algo, un sexto sentido, le decía que ese algo era malo, peligroso tal vez. En cualquier caso, algo que estaba oculto… y si estaba oculto por algo sería - Deja el tema, vete  a dormir - antes de que ella pudiera replicar, James le empujó hacia el pasillo que conducía hacia las habitaciones - Lo digo en serio, Lisse. Ahí hay algo oculto, y si lo han escondido, será por algo. Olvídalo.

Pero ninguno de los dos pudo olvidarlo. Lisse, que no soportaba los misterios y los secretos, estaba decidida a averiguar qué significaba esa pequeña serpiente. Pero no sabía si debía contárselo a Albus o Scorpius. Probablemente, pensarían, como James, que estaba loca. Al fin y al cabo, tampoco ella estaba segura de qué era exactamente lo que tenía que investigar. Tal vez sería mejor encontrar algo más sólido que una figurita tallada en un grifo antes de comentar nada…

James, por su parte, sabía que la niña no se iba a detener. Estaba preocupado, sabía que Lisse se lo contaría todo a Albus y que ambos se dedicarían a investigar. Si había algo malo, era su deber proteger a su hermano, y también a la niña, que, al fin y al cabo, era la hermanita de su mejor amigo. Pero no estaba seguro de querer contárselo a Scorpius. A lo mejor, Lisse se olvidaba del tema (cosa que no creía que pasara, pero nunca está de más tener esperanza) Resolvió que lo mejor sería vigilar a Lisse y a Albus,  y si observaba algo sospechoso, contárselo a su amigo. Aquella noche soñó que había caído en un nido de serpientes, y que por más que lo intentaba, no podía salir de él. Las serpientes lo llamaban: “James, James”. Querían que fuese con ellas. Pero él no quería. Él quería marcharse, quería volver con sus padres y sus hermanos.  



Making Off:

¡Uf, este capítulo me ha costado más que parir un niño! Pero al fin lo he terminado. No me gusta mucho el final, puede que tuviera tantas ganas de terminarlo que no me haya quedado del todo bien. Pero quiero avanzar la historia, y si me atasco buscando la escena perfecta (o al menos, la que me guste más) puede que esto se demore más que el fin de mi carrera universitaria.

Es el primer capítulo que se publica antes en el blog oficial del fic que en la comu de Taringa. He tenido que crear el blog porque Taringa funciona a ratos ¬¬

De cualquier forma, aquí lo tenéis. Si no os gusta, os calláis las críticas y esperáis al próximo, ya sé que es malo, pero no consigo que quede mejor.

Me imagino que ya os oleréis por dónde van los tiros de la historia :P pero os aseguro que difícilmente podréis adivinar con exactitud lo que tengo pensado. Sólo Mar, sin cuya colaboración indirecta este fic no existiría, conoce aproximadamente cómo van las cosas…

Cosas varias:
- Con el fic a medio escribir, he ido a mirar una cosa en T!... y estaba en mantenimiento. Casi me da un infarto.
- Ya tengo pensada más o menos toda la historia, sobretodo el desenlace. Aunque no estoy muy segura de que vaya a gustar… (beta-readers YA. Por favor)
- Después de estar media tarde para escribir 4 páginas… decido que la escena quedará mejor más adelante (lo que no se es cuando, pero la veo para más adelante) así que a reescribir medio capítulo.
- He sacrificado una clase de Romano para terminar de escribir este capítulo, ya podéis dar las gracias (de todas maneras, voy perdida en esa asignatura, tengo que pedir apuntes igual, así que…)

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