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Los Hermanos Potter  y el Secreto de la Cámara


Capítulo 05: Riku y Myrtle

Neville Longbottom se recostó en su sillón favorito y acercó los pies al fuego, tratando de calentarlos. En una mano tenía dos cartas que nos sabía si enviar y otra que preferiría no haber recibido.

Las primeras eran cartas para Harry y Draco contando la entrada triunfal de sus hijos. Sentía debilidad por los chicos, y, en el fondo, le hacían gracia, pero, por otro lado, comportamientos como ese debían castigarse y los padres tenían que saber qué clase de cosas hacían sus hijos… aunque era un poco pronto para empezar a cabrear a Ginny con las chiquilladas de los niños (porque para Neville, que los niños destrozaran media aula era mucho más que una chiquillada, y más teniendo en cuenta la gran cantidad de normas que se había saltado y la cantidad de desastres que había provocado su generación durante su escolaridad) 

Desde luego, nadie podía poner en duda que James era hijo de Harry. Aparte de ser prácticamente idéntico a su padre, el crío tenía un sexto sentido para causar problemas y una habilidad para volar más que sorprendente.

Volar. Quidditch. Neville acababa de encontrar la solución a uno de sus dilemas: James, actual rey de las gamberradas, adoraba volar y se había pasado un curso comentando a quien quisiera escucharle que en cuanto pudiera tener su propia escoba y quedara vacante un puesto en el equipo, él pensaba presentarse. Neville sabía que el profesor Von Trussle había reservado el campo de Quidditch para las pruebas a buscador. Tal vez hubiera encontrado una forma de controlar al pequeño James...

Solucionado un tema, quedaba la otra carta. Aquella le preocupaba bastante más. 

Era una carta de Draco Malfoy. Pocas personas conocían la extraña relación amistoso-laboral, por ponerle algún adjetivo. Una de ellas era Neville. Por su condición de director de la escuela, Neville debía conocer esa relación, pues se basaba, en gran medida, en asegurar el bienestar de los hijos tanto de Harry como de Draco.

El ex Slytherin le contaba algunas sospechas que tenía: creía en la existencia de un grupo muy similar a lo que en su momento fue el grupo de Voldemort. Y creía que uno de los principales objetivos de ese grupo era Hogwarts o quienes estaban dentro. Aún no tenía pruebas firmes, ni siquiera un nombre sospechoso. Neville, como Harry, no quería preocuparse antes de tiempo... pero algo le decía que Draco estaba en lo cierto y había algo grande y malo gestándose. Y aunque no fuera así, como director de una escuela llena de niños, su deber era preocuparse por cualquier mínima amenaza. Escribió una carta prometiendo que estaría vigilante, las otras las guardó, por el momento. 



- ¡Aún no hemos puesto fecha, y lárgate ya! - exclamó el capitán del equipo de Quidditch de Slytherin, intentando espantar a James.


Unos metros más allá, Scorpius, Albus y Lisse se aguantaban la risa. James llevaba casi dos semanas persiguiendo al capitán, intentando averiguar cuando tendrían lugar las pruebas para buscador.


- Al final lo vas a cabrear y te va a sacudir - comentó Scorpius.


- Antes muerto que permitir que cualquier otro se quede con MI puesto.


- Si te mueres, otro se quedará el puesto - varias risitas corearon el comentario de Lisse.


- Si hace falta, vuelvo como fantasma.


- ¿Los fantasmas pueden jugar al Quidditch? - preguntó Albus.


- Alguno tiene que ser el primero...




Los chicos se separaron, los pequeños se fueron a Transformaciones y los mayores a Defensa Contra las Artes Oscuras.
Ya había pasado algo de tiempo desde que Lisse y James encontraron aquella pequeña serpiente. Ninguno de los dos había vuelto a sacar el tema. Pero eso no significaba que se hubieran olvidado de ella. Al menos, no del todo.


Lisse hubiese querido seguir investigando, pero, poco a poco, los deberes se fueron acumulando y cada vez había que trabajar un poquito más. Además, cuando no estaban con sus hermanos, Albus y ella pasaban su tiempo libre con los primos del pelirrojo. Rose y Lisse se estaban convirtiendo en grandes amigas. Albus estaba contento por ello, le gustaba que ambas se llevaran tan bien.


James, por su parte, había vigilado a la niña durante unos días, pero dado que ésta parecía haber olvidado el tema, o al menos sus ganas de investigar, no le dio mayor importancia. Además, estaba más preocupado por las pruebas de Quidditch. Había escrito a su padre, pidiéndole una escoba. Éste le había respondido que, si quería una escoba, primero tendría que probar que la merecía. Si conseguía el puesto, utilizando una de las escobas del colegio, tendría la escoba que quisiera a su disposición.


- ¿Y vas a tener que volar en uno de esos palos? - comentó Scorpius cuando, de camino a la clase del profesor Von Trussle, James le habló de la carta de su padre.


- Mi padre dice que cuando uno es bueno de verdad, no importa con qué material trabaja.


- Mi padre discreparía.


- Tu padre es un pijo, igual que tú.

Scorpius no se tomó a mal el comentario, James solía pincharle con eso, aunque ambos provenían de familias acomodadas. Sin embargo, James había crecido en una casa normal en el Valle de Godric, con los caprichos restringidos (a pesar de que disponían de Harry tenía un buen sueldo y de que disponían de la herencia de los Potter, Ginny y su marido siempre procuraron que sus hijos se ganaran los caprichos, para enseñarles a valorar la importancia del dinero y el trabajo); mientras que Scorpius había crecido en una mansión, y aunque su padre intentaba no consentirles demasiado, lo cierto era que él y su hermana habían tenido todo lo que habían querido y más, bien porque a Draco le costaba negarles algo, bien porque sus abuelos, Lucius y Narcissa, adoraban conceder caprichos y hacer regalos a los dos niños. 



James y Scorpius eran muy diferentes, pero, al mismo tiempo, tenían muchas cosas en común. Tantas o más que sus padres, como Harry y Draco tardaron tantos años en comprender. 

- Potter - el aludido dio un salto cuando, en medio del silencio reinante en clase (nadie se atrevía a hablar cuando el profesor Von Trussle ordenaba copiar en silencio) el profesor lo llamó - Quédese un momento después de clase.


- Es que... luego toca Transformaciones, y creo que todos sabemos que a la profesora McGonagall no le gusta que lleguemos tarde...


- No le quitaré mucho tiempo, Potter, no se preocupe. Hablaré con la profesora McGonagall si es necesario.


Por entre los alumnos surgieron casa de "¿qué habrá hecho este ahora?". Al término de la clase, los alumnos salieron, excepto James y Scorpius. El rubio no sabía si irse o quedarse.


- Puede irse, Malfoy, esto no va con usted. 


- Preferiría que hubiese testigos, señor - pidió James.


Von Trussle levantó una ceja y miró a los dos chicos. James Potter y Scorpius Malfoy, agitadores oficiales de la escuela, eran los únicos que se atrevían a contestar a Vartan Von Trussle, digno sucesor de la fama que en su momento tuvo Severus Snape. 

El director Longbottom solía decir que ver a James y a Von Trussle juntos era casi como ver a Harry y Snape. Sin embargo, Von Trussle, a pesar de ser el jefe de la casa Slytherin, no favorecía a los alumnos de su casa (como sí había hecho Snape), más bien al contrario, exigía de sus tutelados una perfección absoluta, de forma que ningún otro profesor pudiera encontrar la menor falta. A cambio, defendia, en la medida de lo posible, a sus chicos frente acusaciones de terceros, aunque después les abroncaba y castigaba más de lo que cualquier otro profesor hubiese hecho. 

Scorpius, y sobretodo James, eran sus objetivos principales: los chicos eran demasiado listos como para que les pillaran en la mayor parte de las ocasiones y tan encantadores y graciosos que siempre conseguían ablandar a quien los regañara, incluso a McGonagall. Von Trussle era el único que parecía capaz de resistirse y controlar mínimamente a esos dos, por lo que la mayoría de los profesores solía remitir a los dos chicos directamente al jefe de su casa.


- Con testigos, pues - el nerviosismo de los niños aumentaba. Von Trussle disfrutaba con ello. Lentamente, se apoyó en su mesa y sacó un papel de los pliegues de la túnica - Tengo entendido, Potter - comentó, tras unos instantes - que quieres presentarte a las pruebas de buscador del equipo de Quidditch, ¿me equivoco?


James intercambió una mirada con Scorpius.


- No señor. Es decir, sí, quiero el puesto.


- Ya. ¿Crees que lo puedes conseguir?


- Soy muy bueno, señor.


- Hay gente que lleva varios años preparándose para optar al puesto - aquello era cierto. Varios alumnos querían ese puesto, algunos estaban entrenando desde hacía uno o dos años para conseguirlo (Grendel Wilkes, el capitán, un chico de sexto curso, era muy exigente) - Gente mayor que usted, más preparada.

- Lo sé.

- ¿Y aún así cree que puede conseguirlo?

- Soy el mejor.

Von Trussle esbozó una media sonrisa. Estaba disfrutando, de una forma un poco perversa, de la conversación. El niño se estaba poniendo cada vez más nervioso.

- A veces, ser el mejor no basta, Potter. A veces hace falta algo más... comportarse como es debido, por ejemplo. - James tragó saliva. Si los antecedentes contaban para conseguir el puesto, estaba frito. - El director tuvo dudas sobre si enviar esta carta - le mostró la carta a Harry y Ginny acerca del "problemilla" en clase de Encantamientos - pero se le ocurrió una solución mejor: cambiar la carta por una temporada de tranquilidad en la escuela y el permiso para jugar en el equipo. 


James supo que lo tenían pillado. Scorpius también. El problema era que los chicos no solo se dedicaban a intentar provocar infartos a los profesores, especialmente a Slavla, un blanco muy fácil; la mayor parte de sus objetivos eran sus propios compañeros (muchos de ellos, gente de su curso o más mayores que se dedicaban a acosar a los pequeños) Algunos, como Corgan y Acker, intentaban pillarles de alguna manera, pero los dos amigos siempre contestaban o se adelantaban. Si paraban, se los comerían, literalmente. 


- Está bien, señor - suspiró James, tras pensarlo unos instantes - Acepto el trato.


- Así me gusta, que los jugadores lo den todo por el equipo... no pongan esa cara de funeral, señores, me conformo con que la escuela esté tranquila hasta Navidad - en el fondo Von Trussle disfrutaba con las gamberradas de los chicos. - Las pruebas serán el jueves de la semana que viene, a las cuatro y media, tiene permiso para coger las escobas de la escuela si quiere entrenar, pero haga el favor de devolverlas tal cual las cogió - el profesor señaló la puerta con la cabeza - No hagan esperar a la profesora McGonagall.




- No entiendo a Von Trussle. A veces parece que me odie a muerte, y otras me ayuda...


- A lo mejor es un antiguo ligue de tu madre.


- Mi madre le saca por lo menos seis años, puede que ni siquiera coincidieran en la escuela. 


- ¡Potter! ¡Malfoy! - la profesora McGonagall les dirigió una mirada de reproche - Bastante han hecho llegando tarde a clase, concéntrense en su animal y dejen de parlotear. 


Los dos bajaron la cabeza, intentando centrarse en el hechizo para convertir animales en cosas. Winter, quien, en teoría, debería convertirse en un florero, lanzó a su amo una mirada enfadada.


- Joé, qué mirada me está echando... esto me lo va a hacer pagar...


- ¿Te preocupa la lechuza? Espera a ver lo que me hará mi hermana cuando se entere de que le he cogido el gato...


- Si es que esa bestia no te mata antes...




La mañana fue pasando y llegó la hora de la comida. James y Scorpius se encontraron con sus hermanos y los primos del primero en el vestíbulo. Los mayores volvían de Herbología, los pequeños, de Pociones.


- ¡Gran Merlín, cómo os habéis puesto! - exclamó Rose al verlos llegar cubiertos de tierra.


- ¿Qué habeis hecho, plantaros a vosotros mismos? - Fred los miró, divertido. Estaban muy cómicos con tanta tierra encima.


- Me gustaría veros el año que viene apañandoos con las mandrágoras - gruñó James, intentando sacudirse algo de tierra.


- Hay que transpantarlas, no jugar con ellas - comentó Lisse.


- Se ha roto una maceta, listilla - le respondió su hermano - Hemos estado media hora persiguiendo la maldita mandrágora por todo el invernadero. 


- Ya. ¿Y las marcas de las manos?


Scorpius se miró las manos. Tenía marcas rojizas desde los dedos hasta el codo. 


- Ya, bueno esto... es que tu gato es muy bestia...


- ¿Mi gat...? ¡Scorpius Malfoy, ¿qué le has hecho a mi gato?


- ¿Yo? ¡Nada!


Lisse iba molestándose por momentos. James, el único que entendía del todo la escena, luchaba por aguantarse la risa.


- Hoy, en Transformaciones, teníamos que convertir animales en cosas - explicó el pelinegro. 


- ¿Has usado a mi gato para practicar hechizos?

Los hermanos Malfoy se miraron fijamente durante unos instantes. De repente, Scorpius echó a correr lo más rápido que pudo, seguido de cerca por su hermana.


- ¡Scorpius Hyperion Malfoy, te voy a matar!


Los demás los siguieron, riendo alegremente hasta la escena. Se reunieron con ellos en la puerta del Gran Comedor. Lisse había alcanzado a su hermano y estaba colgada de su espalda, intentando ahogarle. 


- Un poco más de fuerza, señorita Malfoy, casi lo ha conseguido - comentó burlonamente el profesor Von Trussle al pasar, provocando una carcajada a la profesora Taylor, que lo acompañaba.


- ¡Quitádmela de encima que me mata!


Riendo, James cogió a la rubia por la cintura mientras Albus le soltaba los brazos. No les costó mucho sujetarla, Lisse era bastanque pequeña y James un poquito alto. 


- ¡Vale ya, suéltame! - Lisse se soltó como pudo del pelinegro y, cogiendo a Albus del brazo, se metió en el Gran Comedor y se dirigió hacia su mesa, fingiendo estar más enfadada de lo que realmente estaba. Sus hermanos los siguieron, mientras los primos Weasley se fueron a la mesa de Gryffindor, con lágrimas en los ojos por la risa.




Terminado el horario lectivo, Albus acompañó a Lisse a la sala común, pues la niña no se fiaba de su hermano (cosa comprensible, dados sus antecedentes) y quería comprobar que su gato estaba bien. 


- ¿Y bien? ¿Riku está bien? - Albus se había cansado de buscar al gato, así que se había sentado en un sillón mientras Lisse buscaba en los dormitorios.

- Ni bien ni mal. No está - Lisse se dejó caer en un sofá, con cara de preocupación - No está por ninguna parte.

- Bueno, siempre has dicho que es muy asustadizo, estará escondido en alguan parte.

- ¡Pero hemos buscado por todas partes! No está debajo de los sillones, ni de las camas, ni en los armarios... a lo mejor se ha perdido...

Albus se sintió mal al ver el disgusto que tenía su amiga.

- A lo mejor ha decidido ir a dar un paseo, ya volverá. 

- ¿Y si se pierde?

Era evidente que, aunque los gatos son listos y, por lo general, saben volver al hogar, Lisse estaba muy preocupada por su gato, pues estaba muy apegada al animal. Albus no podía entenderlo del todo, porque él nunca había sentido amor por los animales en general, pero le apenaba ver a su amiga tan triste.

- ¿Quieres que vayamos a buscarlo por el castillo? - ofreció el pelirrojo. La rubia no dijo nada, pero le miró con ojos tristes - Venga, vamos - Albus la cogió de la mano y tiró de ella para levantarla y llevarla hacia la puerta - Seguro que lo encontramos.




Los dos niños volvieron a salir. Buscaron por las mazmorras, la planta baja y el primer piso, en todos los lugares que Lisse pensaba que podían gustarle al gato, pero no lo encontraron. A la que sí encontraron fue a Rose. Se cruzaron con ella en la escalera. 


- ¿Dónde vais?


- Riku, el gato de Lisse, se ha perdido y no lo encontramos.


- ¿Cómo es?


- Es un Más o menos de este tamaño - Lisse marcó el tamaño aproximado del gato con las manos - de color blanco, con el morro chato y ojos... bueno, ojos amarillo gato. Lleva un collar de color verde oscuro con una plaquita plateada. Se llama Riku.


- Pues... antes se me ha cruzado una bola peluda y blanca a toda velocidad. No me he fijado bien, pero a lo mejor era él.


- ¿Dónde ha sido?


- En el segundo piso, no recuerdo a qué altura. Os acompañaría, pero Victorie me está esperando, tengo que llevarle esto - Rose señaló un paquete que llevaba en la mano.


- No importa, nos apañaremos. ¡Gracias, Rose!


La pelirroja se despidió de ellos y se marchó escaleras abajo. Albus y Lisse corrieron escaleras arriba.

- Pues parece que aquí tampoco está - comentó Albus, al cabo de un rato.


Lisse recordó un lugar donde no habían mirado.


- Espera, aún nos falta mirar un sitio...


- Lisse, se hace tarde - Albus estaba cansado y, además, habían perdido toda la tarde buscando al gato. Sus deberes esperaban cómodamente en sus mochilas. 


- El último, lo prometo. Si no está aquí volvemos... y mato a mi hermano.


Le guió por el pasillo, hasta una puerta entreabierta.


- ¡No puedo entrar ahí! - exclamó Albus - ¡Es un baño de chicas!


- Es el baño de Myrtle la Llorona, nadie lo usa.

- ¿Cómo sabes eso?

- Me lo dije tu hermano. Estuve aquí con él hace un tiempo.

- ¿Y te fías de mi hermano?


Pese a las protestas del pelirrojo, los dos entraron. El baño seguía igual de sucio que la otra vez, pero esta vez no había agua en el suelo.


- ¿Riku? - llamó Lisse.


Un maullido le contestó desde el fondo de la estancia. Lisse dirigió una sonrisa a Albus, había reconocido el maullido.


- ¡Riku, ven!


El gato corrió hacia los brazos de la niña, que se había agachado para recibirlo. Cuando lo tuvo, escondió media cara entre el pelo del animal y la frotó, contenta. Albus empezó a tirarle de la manga para llamar su atención, hasta conseguir que levantara la mirada.


El fantasma de una chica, de unos catorce o quince años, con unas enormes gafas y cara de enfado los miraba.


- Ho... hola - saludó Lisse tímidamente. Habían visto muchos fantasmas en Hogwarts, pero aquella tenía una cara tan enfadada que asustaba. 


- ¿Hola? - imitó la fantasma con voz chillona - ¿Quiénes sois, qué haceis en mi baño y por qué os llevais a mi gato?


Albus retrocedió un poquito ante el grito de la fantasma, pero Lisse no se movió. La miró, ofendida. No estaba acostumbrada a que le hablaran con tanta grosería.


- ¡Me llamo Lisselotte Malfoy y este gato es mío! - exclamó, sacando la vena familiar - Y el baño tampoco es tuyo, es del colegio.


- El baño es mio y el gato también, yo me lo he encontrado, yo me lo quedo. 


- El baño es del colegio - repitió Lisse, despacio - Y el gato es mio. Mira. 


La niña mostró una plaquita metálica donde ponía el nombre del gato y el suyo. La fantasma tuvo que rendirse a la evidencia, pero no relajó la cara.


- Está bien, Lisselotte Malfoy, puedes quedarte con Peluchito


- Se llama Riku

- ¡Yo lo llamo Peluchito! 

- Llámalo como quieras, pero se llama Riku. Se lo puso mi abuela, significa "tierra".


- ¿Quién llama "tierra" a su gato?


- Yo. 


- Perdón - interrumpió Albus, que no estaba seguro de si debía tenerle más miedo a la fantasma o a su amiga - pero tendríamos que ir pensando en irnos...


- ¡Eso, marchaos! ¡Apartaos de Myrtle la fea, la apestada, la aburrida, la chismosa, la triste!


- ¿Tú eres Myrtle la Llorona? - preguntó Lisse, incrédula.


- Sí, ¿algún problema? 


- No... es que te imaginaba... diferente.


- ¿Cómo, diferente?


- Pues... no sé. Solo diferente.


- Pues siento decepcionarte.


- ¿Por qué te llaman la Llorona?


- ¿A tí qué te parece?


- Me parece que a nadie tendrían que llamarle "llorón".


Myrtle la miró con los ojos muy abiertos. La gente solía reírse o huír de ella, nadie se expresaba con tanta franqueza. Albus miraba a su amiga admirado, él tenía un poquito de miedo a los fantasmas (aunque algunos, como el Fraile Gordo, eran bastante agradables) pero Lisse se había enfrentado a Myrtle sin que le temblara la voz, y, además, le decía lo que pensaba sin temor a provocarla (cosa que, había observado, era bastante fácil) Albus admiraba la franqueza y el aplomo de Lisse: decía lo que pensaba sin temor a que la juzgaran o le sentara mal a alguien.


- Bueno, si tanto te interesa, me llaman así porque lloro mucho, por culpa de los chicos, que son muy malos.


- ¿Qué te hacen?


- Oh, lo típico, ya sabes. Se meten conmigo, me tiran cosas...

- Eso no está bien, no se puede ir por ahí tirando cosas a la gente, aunque no puedan hacerle daño. 

Myrtle volvió a medir a la rubia con la mirada. 


- No, no lo está. Pero no todos son así. Hace tiempo, tuve un amigo.


- ¿Hace tiempo? ¿Qué le pasó?


- Creció y se fue del colegio - Myrtle juntó las manos y se sentó en el aire, con actitud soñadora - Era tan bueno, tan guapo, tan noble... siempre fue muy cariñoso conmigo... Se llamaba Harry, Harry Potter.


Lisse intercambió una mirada con Albus. El pelirrojo miró con incredulidad a Myrtle. No se imaginaba a su padre siendo cariñoso con un fantasma, y menos con Myrtle.


- Harry Potter es mi padre.


- ¡No te creo!


- ¡Sí lo es! ¡Me llamo Albus Potter, mi padre es Harry Potter!

- No te pareces a Harry - dictaminó Myrtle, tras mirarlo con detenimiento.


- Ya lo sé - Albus se enfurruñó - Ya sé que yo no me parezco a mi padre. Mi hermano sí se le parece, pero yo no.


- No, tú te pareces a ese chico que iba siempre con él... aquel tan torpe y desagradable...


Albus supuso que se refería a su tío Ron, pero no dijo nada. Siempre que salía el tema de los parecidos, el niño se molestaba. Le fastidiaba que todo el mundo alabara el increíble parecido entre su padre y su hermano. Albus admiraba mucho a su padre y quería parecerse a él, pero al lado de James era bastante complicado. 


La puerta del baño se abrió y los tres se volvieron rápidamente. 


- ¡Aquí estábais! ¡Llevamos siglos buscándoos!


Eran Scorpius y James. Se habían encontrado con Rose volviendo del campo de Quidditch (James había querido ir a entrenar y Scorpius accedió a acompañarle a cambio de una rana de chocolate). La pelirroja les había contado su encuentro con los pequeños y James y Scorpius decidieron ir a buscarlos, pues ya era tarde y faltaba poco para el toque de queda.


- ¡Hola, Myrtle! - saludó James, alegremente, con su sonrisa de niño bueno - ¿Qué tal estás?


- Aquí, hablando con estos niños. La niña había perdido a su gato y yo se lo he devuelto.


Lisse abrió la boca para replicar, pero su hermano le hizo un gesto para que callara, así que la volvió a cerrar.


- Estos niños son nuestros hermanos, ¿lo sabías?


- Me lo imaginaba. El pelirrojo dice que es hijo de tu padre.


- Sí, ésa es una buena definición de hermano. Oye, Myrtle, tenemos que irnos. Se hace tarde, y si nos pillan aquí no nos dejarán volver.


La fantasma hizo un mohín de disgusto, pero sabía que James tenía razón.


- Bueno, pero promete que volveréis otro día.


- Claro, claro - James cogió a su hermano por el brazo y lo llevó hacia la puerta, seguido por los Malfoy.


- ¡Y traed a Peluchito!


- ¡Que se llama Riku! - exclamó Lisse, mientras su hermano la empujaba hacia el pasillo. 





El pasillo estaba a oscuras y desierto, igual que la vez en la que James y Lisse habían encontrado la pequeña serpiente.

- Oye, ¿cómo no me cuentas que eres amigo de una fantasma? - preguntó Albus a su hermano. James se encogió de hombros.

- Neh, tampoco es que seamos amigos. Myrtle está… necesitada de cariño, a poco que le hagas caso puede ser muy útil.

“Mi hermano, siempre sacando provecho de quien pueda”, pensó Albus, pero se guardó de decirlo en voz alta.

- ¿Qué provecho se saca de una fantasma?

- Cotilleos, secretos… Myrtle se entera de muchas cosas, es la mayor enciclopedia de rumores que puedas encontrar. Por ejemplo, hace tiempo me comentó que entre las alumnas mayores se rumorea que Von Trussle y Taylor están liados.

- ¿Lo están?

- Quién sabe. Myrtle está al tanto, pero aún no ha conseguido pruebas fehacientes. Pero cuando las tenga me lo dirá, de eso podéis estar seguros - James sacó su preciado mapa y se dispuso a activarlo - Venga, volvamos a la sala común, ya hablaremos de Myrtle luego.

Pero el pelinegro no llegó a activar el pergamino. Scorpius se lo quitó y lo empujó de nuevo dentro del baño, haciéndole un gesto de silencio, ante la mirada atónita de los más pequeños. James intentó salir, pero su amigo sujetaba el pomo para que no pudiera abrir. El niño no tardó en oír un ladrido agudo, que le indicó la causa de su repentino encierro.

- Vaya, vaya, niños por los pasillos a estas horas… - por el pasillo apareció la señora Geel, la conserje, acompañada por su inseparable perrillo. 

La mujer era bastante gruesa y cojeaba de la pierna derecha. Aunque no era joven, aparentaba más edad de la que realmente tenía y tampoco era atractiva. Su compañero inseparable era Parr, a quién los alumnos llamaban Plasta, un perrillo de origen incierto y bastante feo. Parr o Plasta, olisqueaba y perseguía a los alumnos, especialmente a los gamberros, y montaba un gran escándalo cuando sorprendía a alguien quebrantando las normas, lo que solía atraer irremediablemente a la conserje o a algún profesor. Un pequeño bichejo bastante molesto que empezó a gruñir al gato de Lisse. El minino se subió a los hombros de su ama, intentando esconderse tras su pelo, hasta que Scorpius lo cogió y lo medio escondió bajo su capa, para que no arañara a nadie.
- Estábamos buscando al gato de mi hermana, señora Geel… - intentó explicarse el rubio.

- No importa, una infracción es una infracción - lo cortó la mujer - Ahora mismo os llevaré con el profesor Von Trussle… por cierto… ¿dónde está Potter?

- Estoy aquí, señora.

- ¿Tú también te llamas Potter? Yo me refería a ese demonio de pelo negro. ¿QUé sois, primos? Merlín, espero que no te parezcas al otro, jovencito, de lo contrario nos vamos a llevar muy mal.

La mujer los condujo hacia el despacho del profesor Von Trussle, que se encontraba en ese piso. Haciendo caso omiso del malestar que su comentario había causado en Albus y de los intentos de Lisse por justificarse (Scorpius, que la conocía, lo dejó por imposible), la conserje se pasó el trayecto hablando de los "logros" de James y de cómo corregiría ella ciertas conductas, si se lo permitieran.


El profesor Von Trussle estaba ocupado corrigiendo (más bien suspendiendo) trabajos de alumnos. Apenas prestó atención a las protestas de la conserje, se limitó a darle las gracias por "cazar" a sus alumnos y a pedirle que se marchara, que ya se encargaba él de tomar las medidas oportunas. A los chicos les indicó que se sentaran y esperaran, mientras él terminaba de puntuar la última redacción. Sólo había dos butacas, por lo que Albus ocupó una y los hermanos Malfoy la otra, con Lisse sentada sobre las rodillas de su hermano. 

- Bueno - Von Trussle levantó la cabeza y examinó a los niños con sus ojos claros - ¿Qué os trae por aquí?

- Verá, señor - empezó Lisse - resulta que estábamos...


- No me interesa su vida, señorita Malfoy. Quiero saber por qué la señora Geel los ha traído aquí.


- Porque nos pilló en el pasillo a deshora, señor - contestó rápidamente Scorpius. El chico, a diferencia de su hermana y de Albus, estaba perfectamente acostumbrado a los interrogatorios de los profesores. Von Trussle, en concreto, hacía preguntas directas a sus alumnos, quienes debían responder única y exclusivamente a lo que les había preguntado, con total sinceridad. Nadie se atrevía a mentir delante de Von Trussle, sus ojos azules parecían leer en los demás cuando eran sinceros y cuando no.


- Y estaban en el pasillo porque...


- Porque estábamos buscando al gato de mi hermana, señor. 


Como si supiera que hablaban de él, Riku asomó la nariz por la túnica de Scorpius y se quedó mirando fijamente al profesor. 


- Un gato muy bonito - comentó fríamente el profesor - ¿Por qué lo buscaban?


- Se escapó. Fue culpa mía, lo cogí para una clase y no me preocupé de que se quedara en la habitación después. Estaba escondido en el pasillo del segundo piso.


Ni a Albus ni a Lisse les pasó inadvertido que Scorpius había evitado mencionar el baño de Myrtle. El pelirrojo advirtió que Von Trussle miraba fijamente a los ojos de Scorpius, como si quisiera hacerle confesar lo que escondía. Aquel profesor llegaba a resultar incluso siniestro, con su piel pálida y su pelo azabache. El aura de misterio que lo envolvía y la asignatura que impartía también contribuían a esa sensación.


- Bien - dijo al cabo de unos segundos - Si no tienen más que añadir... Señor Malfoy, dado que usted se ha confesado culpable principal, va a limpiar los calderos de Pociones durante las dos próximas semanas. En cuanto a ustedes dos - Albus y Lisse cruzaron una rápida mirada por el rabillo del ojo. Ninguno había sido castigado antes - usted, señor Potter, me ayudará con estos trabajos - señaló un mueble repleto de pergaminos, probablemente trabajos de Defensa Contra las Artes Oscuras de todos los cursos - durante el tiempo que sea necesario. Señorita Malfoy, usted será la asistente del equipo de Quidditch de Slytherin desde ahora hasta el primer partido, durante los entrenamientos y el partido - Lisse hizo un gesto de disgusto. El equipo de Slytherin estaba integrado exclusivamente por chicos, y a Lisse, siempre pulcra y elegante, no le hacían mucha gracia los niños sucios y sudados - Por cierto... ¿dónde está el señor Potter?


- Se ha quedado en la sala común. Ha entrado durante toda la tarde y estaba cansado, no quiso acompañarnos - respondió rápidamente Scorpius.


El profesor sospechaba que no era así, pero no dijo nada.


- Muy bien, pues si todos tienen claro lo que deben hacer... vuelvan ahora mismo a la sala común.




Los tres volvieron apresuradamente a la sala común, deseando descansar y calentarse cerca del fuego. Allí les esperaba James, quien se había escabullido del baño en cuanto los oyó alejarse. 


- Gracias, Cory, te debo una.


Scorpius se encogió de hombros.


- Para algo están los amigos. Pero más te vale coger la Snitch, o te pongo a limpiar calderos conmigo.








Making Off:

Los capítulos van a tener que espaciarse un poquito, porque el mes que viene empiezo los exámenes (sic...) y me tengo que plantear lo de empezar a estudiar y tal... aunque es posible que algún capítulo caiga, porque algún descanso tendré que hacer... Intentaré tener otro antes de que acabe el año

Cosas varias:
- Que sepais que escribo a las 5 de la mañana y a las 9-10 de la noche. ¿Por qué? Son mis horas más libres, recién levantada y a punto de acostarme. 
- He hecho (más bien repetido) el test de selección de HarryPotterLa. Slytherin. 
- Mi conexion es una MI-ER-DA. Se pega cada corte...
- Tenía el portátil enchufado y sin batería. Espantando al gato, he soltado el cable de una patada. Apagado. Lo enciendo. Durante 30 segundos he creído que lo que llevaba escrito (desde la escena con el capitán de Quidditch hasta la conversación con Von Trussle) se había perdido. He tardado siglos en escribir esa parte. Sí, me he planteado el suicidio. ADV (estoy por mandarlo)
- Uuuggg, el gato acaba de vomitar... al menos ha tenido la decencia de hacerlo en el suelo...
- No os imaginais lo difícil que es intentar que todos los personajes tengan más o menos el mismo protagonismo XD
- Me encanta que Lisse saque "la vena Malfoy", creo que la voy a sacar más a menudo...
- ¡Por fin he terminado el capítulo! Dios, para ser la última semana antes de las vacaciones, los profes se están pasando un huevo. Joé, si no les ha dado tiempo, no es mi culpa, que no quieran recuperar en dos sesiones todo lo que no hemos hecho durante el trimestre ¬¬
- He recibido mi primer mensaje privado para que escriba *o* me siento halagada, ¡gracias JESESE5!
- En el próximo capítulo habrá partido de Quidditch. Creo que voy a jugar un poquito al QWC para inspirarme... :P 
- En el blog voy a colgar perfiles de los personajes para que los vayais conociéndolos. Buscadlos bajo el tag "Extras"
- Corregido un fallo encontrado por frankito_aae, ¡gracias! (esa parte la escribí recién levantada, eso me pasa por despertarme a las 5.30 de la mañana)

2 Comments:

  1. Sandra said...
    ¡Pobre Albus! Tan en segundo plano y diferente a James :S
    Por cierto, la frase que dice antes de entrar al baño... me suena mucho ;)

    Y James, es tan... ¡James! Me encanta.

    Pedazo capítulo, por cierto. Enhorabuena.
  2. Ai Misaki said...
    Si, esa frase es un deja vu tremendo XD

    Aunque mi parte favorita es:
    - Puede irse, Malfoy, esto no va con usted.

    - Preferiría que hubiese testigos, señor - pidió James.

    [...]

    - Con testigos, pues.

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