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LHP on Facebook!!!

LHP ya tiene página en Facebook, así que ya podeis darle al "me gusta" y hacer que este fic sea famoso en el mundo entero :P

http://www.facebook.com/pages/LHP-Continuaci%C3%B3n-no-oficial-de-HP/207442182604907

Ahora en serio, me vale con que, si quereis, le deis al me gusta y le paseis la página a todos los que creais que van a estar interesados (o a todos vuestros contactos y que ellos decidan si les interesa o no :P)

Por cierto, me gustaría tener imágenes para ilustrar mi fic, así que los que sepáis dibujar y tengáis tiempo libre, estáis invitados a dibujar alguna escena que os haya gustado... o lo que queráis ^^ Próximamente igual organizo un concurso o algo así para buscar una portada para el "libro" así que... podéis ir pensando ideas :P

¿Qué será lo siguiente? ¿Tuenti? Neh, lo que venga, vendrá ^^

[Edito]
Notaréis que he puesto lo de los anuncios de Google. No es muy bonito, pero si me puedo sacar unos centimillos... Dadle de cuando en cuando, ¿ok?

Los Hermanos Potter y el Secreto de la Cámara


Capítulo 07: Navidad (I)


- ¿Qué esperas por Navidad?

Albus levantó la vista de sus deberes de Defensa Contra las Artes Oscuras, confundido. Lisse se había recostado contra el respaldo de su silla y había dirigido la vista hacia la ventana. Fuera estaba cayendo lo que debía ser el diluvio universal.

- ¿Perdón?

- Navidad. Regalos.

Albus seguía un poco confuso. No entendía por qué la rubia se ponía a hablar sobre la Navidad de repente.

- Quedan diez días para las vacaciones de Navidad – le informó la voz de Scorpius, a su espalda. El rubio estaba tirado en un sillón cerca del fuego y de la mesa donde los pequeños estaban haciendo sus tareas, leyendo.

- ¡No puede ser! – Albus cogió la agenda de Lisse y comprobó la fecha. El tiempo se le había pasado rápido, demasiado rápido. Estaban a menos de dos semanas de las vacaciones y él no se había dado ni cuenta.

- Parece que a alguien se le han escapado los días - Scorpius lanzó una carcajada - Tranquilo, suele pasar. El uno de septiembre parece que vas a estar aquí una eternidad, pero luego junio llega tan rápido que te preguntas dónde están los meses que había en medio.

- ¿Sabes lo que vas a hacer? - preguntó Lisse.

- ¿Cómo?

- Si te vas a casa o a algún sitio, o te quedas en Hogwarts…

Albus, por un segundo, no supo qué contestar. No se había parado a pensar en lo que haría en Navidad, pero era incapaz de imaginar una Navidad que no incluyera a sus padres y a sus hermanos.

- Jim y yo iremos a casa, supongo - el pelirrojo se encogió de hombros. No tenía razones para imaginar una Navidad diferente a las anteriores - Mi padre nos ayudará a poner las luces del árbol y luego dejará que lo decoremos y mi madre preparará pavo y dulces. A lo mejor vienen mis abuelos o mis primos algún día, o vamos nosotros a verles. Es lo que hacemos todos los años. Bueno, lo que hace todo el mundo.

- Nosotros no. Nosotros solemos irnos de viaje. Este año, los abuelos han prometido llevarnos a Suiza, a una cabaña. Esquiaremos y la abuela nos preparará chocolate caliente con galletas, y el abuelo nos contará alguna historia.

Lisse debía querer mucho a sus abuelos, porque hablaba mucho de ellos. Por lo que Albus sabía, se pasaban la vida haciendo cosas juntos.

- ¿Tus abuelos os llevan de vacaciones?

- Todos los años, a veces varias veces. Siempre que podemos, el abuelo prepara algún viaje chulo, como a París o a Viena… y si no se puede, porque mi padre trabaja o alguno está enfermo o por lo que sea, mi abuela siempre prepara juegos y chucherías para compensarnos - Lisse señaló los restos de las ranas de chocolate que habían estado comiendo esa tarde - Mi abuela nos compra muchos dulces, mi padre a veces la riñe porque siempre nos está dando caprichos.

- Con un poco de suerte, este año caen tu escoba y mi Scalextrix - intervino Scorpius, imaginándose jugando con su capricho más reciente.

- Sueñas. Sabes que al abuelo no le gusta que juguemos con juguetes muggles.

Albus sentía envidia. Sus abuelos no le regalaban cosas tan guays. Su regalo de Navidad solía consistir en un jersey y algunos dulces.

- ¿Qué esperas tú, Al?

- Por esperar, espero una escoba y algún juego para el ordenador - las orejas del pelirrojo se pusieron un poquito rojas. Lo que él esperaba era bastante cutre comparado con lo que esperaban sus amigos - Pero seguro que me cae un jersey Weasley.

- ¿Jersey Weasley?

- Sí, todos los años mi abuela nos regala un jersey a cada uno.

Lisse contó a todos los primos Weasley con los dedos.

- Debe de pasarse todo el año tejiendo. Sois un montón.

- No sé - Albus se encogió de hombros - Pero me gustaría que alguna vez me regalara algo más bonito. Vuestros regalos son mejores.

El ruido de la puerta abriéndose captó la atención de los tres niños, y la de las pocas personas que estaban en la sala común. Todos los presentes se echaron a reír. Los miembros del equipo de Quidditch, cubiertos de barro y calados hasta los huesos, les dirigieron miradas de auténtico odio. Un par de ellos se acercaron a las chimeneas, buscando algo de calor. El resto se fue directamente a las duchas o a secarse.

- Un poco más y tenemos que volver en barca - se quejó James, quitándose la túnica de jugador y lanzándola encima de Lisse, que tenía tal ataque de risa que se había caído al suelo.

La niña soltó un grito agudo y lanzó la prenda contra su dueño, golpeando de paso a su hermano.

- ¡James! ¡Qué asco!

- Es sólo un poco de agua y barro, rubita, no te va a matar - se burló James.

- Sí, agua como para llenar medio lago - Scorpius apartó con asco el trozo de túnica que le había caído encima - La próxima vez apunta mejor, hermanita.

Albus se quedó mirando a su hermano. Estaba bastante cómico, con el pelo tan mojado y la ropa pegada al cuerpo. Pero al mismo tiempo, temblaba de frío, y la sensación de estar tan empapado no podía ser agradable. Parecía un cachorro de perro mojado.

- ¿Por qué Wilkes os ha hecho entrenar con este tiempo?

- ¡Porque está loco! - James dirigió una nueva mirada asesina a Lisse, que aún se estaba riendo por lo bajo - Lo que no entiendo es por qué nuestra querida ayudante no se ha molestado en presentarse.

- El capitán me dijo que no fuera - respondió ella entre risitas - Pensó que podría mojarme y resfriarme con este tiempo.

James quiso protestar, pero un estornudo se lo impidió.

- Deberías ponerte algo seco - le aconsejó Albus - O vas a coger una pulmonía triple.

- Sí, tienes razón. Anda, ven conmigo, tengo que decirte algo.

Albus, extrañado, siguió a su hermano hasta su habitación. No era la primera vez que entraba en el dormitorio de los chicos de segundo, pero no le hacía gracia. Le parecía que los compañeros de su hermano, y la casa en general (al menos, los alumnos que se dignaban a reparar en su presencia), creían que no era digno de pertenecer a Slytherin.

A decir verdad, el mismo Albus dudaba de las razones por las que estaba en esa casa. Según tenía entendido, los alumnos de Slytherin se caracterizaban por ser magos y brujas poderosos, inteligentes, seguros de sí mismos, que se enorgullecían de su condición y no dudaban en conseguir sus fines.

Podía identificar estas características en sus amigos perfectamente. James, en ocasiones, era la definición gráfica de ego. Además, era un chico muy inteligente, adelantado a su edad. Aprendía rápido y siempre (o casi siempre) conseguía girar las tornas en su favor. Scorpius era más discreto, pero igualmente bueno. Prefería permanecer en un segundo plano. Además, de su actitud emanaba algo que hacía que incluso los mayores lo respetaran. Y luego estaba Lisse. En pocas semanas, Lisse se había convertido en la mejor alumna del curso (los profesores más mayores la consideraban la nueva Hermione Granger, incluso algunos parecían pensar que era aún más inteligente), aunque ella no parecía hacer nada especial para hacerlo. Cierto era que siempre tenía algún libro cerca, pero, según había explicado Scorpius, Lisse había aprendido a leer casi antes de saber hablar bien, y simplemente no podía vivir sin nada con letras cerca, poco importaba si era una novela o la guía telefónica.

Al lado de ellos tres, Albus se sentía un poco inútil. No tenía tanta seguridad en sí mismo como James, no imponía ese extraño respeto (“actitud nobiliaria” lo denominaba su hermano) que tenía Scorpius, y no era tan inteligente como Lisse. ¿Cuál era su papel, entonces?

Por fortuna para el pelirrojo, los compañeros de su hermano estaban ausentes, por lo que la sensación de incomodidad se redujo.

- Oye, mira ese pergamino de ahí - le dijo James, mientras buscaba algo que ponerse.

- ¿Cuál?

- El de mi mesita.

En el mencionado mueble había tantos objetos que parecía increíble que cupieran tantos.

- ¿Cuál de ellos? Aquí hay más trozos de pergamino que libros en la biblioteca.
- ¡El grande, che! ¡El que es una carta!

Albus rebuscó un poco. Encontró lo que parecía ser el pergamino que le había indicado su hermano.

- “Queridos James y Albus” - leyó. Frunció el ceño al reconocer la letra de su madre - ¿Has recibido una carta de mamá y no me lo has dicho?

- Te lo estoy diciendo ahora.

- ¡Va dirigida a los dos! ¡Podrías haberme esperado para abrirla!

- Mi lechuza, mi correo. Además, si no la hubiera leído, no te podría haber dado la noticia en privado. Anda, lee.

- “Espero que los dos estéis bien… y que os estéis portando como dos hombrecitos. Sobretodo tú, James, que nos conocemos. Sólo hemos recibido dos cartas… lo cual no sé si es bueno o malo. Albus, cariño, espero que estés ejerciendo una buena influencia en tu hermano, o, al menos, que no te dejes arrastrar por los impulsos criminales de James. Te quiero mucho, Jim, pero eres un delincuente en potencia” ¿Esto es lo que querías que leyera en privado? ¿A mamá llamándote “delincuente en potencia”? ¡Si te lo dice a diario! Y ni lo hace en privado, ni es la única…

- Sigue leyendo.

- “Mucho me temo que debo daros una mala noticia” - a Albus le preocupó leer aquello. En su familia no habían tenido muchas malas noticias… pero las que eran malas eran realmente malas - “Vuestro padre debe irse de viaje estas navidades, por asuntos de su trabajo que no necesitáis conocer. Posiblemente, yo le acompañe, por lo que Lily pasará las navidades con los abuelos. Dadas las circunstancias, creemos que lo mejor para todos es que paséis las fiestas en Hogwarts. Lo siento, mis queridos niños, sé que os hacía mucha ilusión pasar las navidades en casa, pero este año no va a ser posible. No os enfadéis con nadie, y menos con vuestro padre, porque nadie tiene la culpa. Son cosas que pasan (además, Lily ya se ha enfadado por todos) Papá y yo os compensaremos por esto. Portaos bien y que tengáis unas navidades muy especiales. Con todo mi amor, Mamá” - Albus miró alternativamente al pergamino y a su hermano, entre furioso y anonadado - ¡No vamos a estar juntos en Navidad! - exclamó, incrédulo.

- Parece que no - James puso una mano sobre el hombro de su hermano, intentando consolarle. Él también estaba disgustado, pero intentó que no se notara mucho - Vamos, Al, no es para tanto. No somos los únicos que pasan las fiestas en Hogwarts. Incluso hay quien prefiere pasarlas aquí, en lugar de en casa.

- ¡Pues yo prefiero mil veces pasarla en casa, con Lily, con mamá, con papá y con todos los demás!

- Ya, pero has leído la carta. Papá no va a estar, y mamá tampoco. Si nos falta media familia…

- Nos queda la otra media. ¿Y por qué Lily va a casa de los abuelos y nosotros no? ¡No es justo! Podríamos quedarnos allí también, al menos tendríamos Navidad…

- Supongo que papá y mamá no querrán sobrecargar a los abuelos - James se encogió de hombros - Los abuelos están cada vez más mayores y tienen mucha faena en Navidad, preparándolo todo. Si nos quedásemos con ellos, tendrían aún más trabajo. Tampoco sería justo para ellos darles más cosas que hacer, al fin y al cabo, las navidades son vacaciones.

- ¿Entonces somos una carga?

- No, hombre, no te lo tomes tan a pecho. Pero entre tener que cuidar sólo de Lily y tener que cuidarnos a los tres…

- ¿Y por qué no nos podemos quedar con los primos? ¡Tenemos muchos!

- Alguna razón debe haber. Ellos también tienen sus familias, y sus viajes, y su todo - James sabía que sus argumentos no acababan de convencer a su hermano… y, sinceramente, a él tampoco. Pero eran los únicos que se le ocurrían - Mira, Al, a mí tampoco me gusta esto, pero es lo que hay. Si nos tenemos que quedar aquí, pues nos tenemos que quedar aquí. Míralo por el lado bueno, me han dicho que aquí organizan una cena increíble y que siempre hay alguna sorpresa para los alumnos que se quedan. Y la decoración es muy bonita. Y como se queda poca gente ¡tendremos la sala común y el castillo para nosotros! ¿Te imaginas todo lo que podemos hacer?

- ¡Déjame! - exclamó el pelirrojo, apartándose de su hermano y dirigiéndose hacia la puerta Sabía que James sólo intentaba consolarle y que, aunque pusiera cara de que le daba un poco igual, estaba tan enfadado y triste como él. Pero no le gustaba que intentara justificar a sus padres - ¡Odio a papá y a su maldito trabajo!

James vio como su hermano salía corriendo y escuchó el golpe de la puerta de su habitación al cerrarse. Movió la cabeza, apenado. Albus se lo había tomado peor de lo que se imaginaba. Menos mal que se le había ocurrido decírselo a solas y no en medio del Gran Comedor.

El pelinegro volvió a la Sala Común, donde sus amigos esperaban, sentados cerca del fuego. Cuando se acercó, se entristeció un poquito más. Estaban hablando de las vacaciones de Navidad, del viaje que iba a hacer la familia Malfoy al completo.

- ¿Qué, ya ha terminado el cónclave? - preguntó Scorpius, animado, cuando James se dejó caer junto a ellos.

- ¿Dónde está Albus? - preguntó su hermana, al ver que el pelirrojo no estaba.

- Se ido a su cuarto. Está un poquitín enfadado.

- ¿Qué le has hecho, burro?

- Nada, lista. Cosas suyas… - James no tenía ganas de hablar del tema, y aunque Lisse seguía interesada por saber lo que le pasaba a Albus, Scorpius, dándose cuenta de que su amigo no quería hablar, cambió de tema rápidamente, dirigiéndole a su hermana una mirada de advertencia.

Los últimos días del primer trimestre pasaron rápido para algunos y muy lentamente para otros. El castillo estaba empezando a ser decorado: Hagrid ya había traído unos cuantos árboles gigantescos y algunos profesores aprovecharon sus ratos libres para empezar a poner guirnaldas y otros adornos.

- Verás como al final nos divertimos, Al. Mira, este es el árbol de Slytherin - señaló James, durante el desayuno del último día - Y aquel grande del centro es el árbol de los alumnos. Wilkes me ha dicho que esos árboles los decoran los alumnos que se quedan, cada uno el de su casa y el grande entre todos. Será como cuando papá nos monta el árbol para que lo decoremos.

- No, no lo será. No estará Lily para decirnos lo mal que decoramos…

James suspiró. Le estaba costando horrores animar un poco a su hermano. Esperaba que la decoración y las actividades organizadas por los profesores (la profesora Taylor había hecho campaña para que todos organizaran algo para entretener a los alumnos) le animaran un poco. Y también esperaba que sus padres se esmeraran especialmente en los regalos de ese año.

Los hermanos Malfoy llegaron. Lisse parecía estar de mal humor. En lugar del acostumbrado “~ños-ías” que solía musitar (la niña permanecida medio dormida hasta que desayunaba), emitió una especie de gruñido-bufido, más propio de un gato enfadado.

- ¡Hala, la otra! - exclamó James - ¿Qué le pasa al bicho?

- Está enfadada. Anoche llegó una carta de mi padre, diciendo que no podría venir con nosotros a Suiza, porque tiene que solucionar unos asuntos de trabajo - explicó Scorpius, sirviéndose unas tostadas.

- Tampoco vas a tener las navidades que esperabas, ¿eh? - comentó Albus.

- Trabajo - dijo Lisse, tras tomarse un tazón de té muy dulce - Trabajo - repitió - Dice que tiene trabajo. ¡Si trabaja menos que Papá Noel!

- ¿En qué trabaja vuestro padre, por cierto? - preguntó James. Ninguno de los dos Malfoy había dicho nunca cual era el trabajo de su padre (al contrario que James y Albus, a los que tampoco les hacía falta, pues toda la escuela sabía que Harry Potter era el jefe de los aurores)

- En sus cosas - respondió Lisse.

- Lis, la tostada no tiene la culpa - el ataque que el pedazo de pan estaba sufriendo a manos del implacable cuchillo untado de mantequilla de Lisse arrancó la primera risa de Albus desde que recibió la carta de su madre.

La niña se miró las manos. La tostada había quedado reducida a una curiosa forma extraña de pan tostado y mantequilla, y su mano estaba manchada con parte de la mantequilla. La otra mano sujetaba el cuchillo con tanta fuerza que tenía los nudillos un poco blancos. Su hermano le quitó el desastre de pan y mantequilla y el cuchillo y le dio una de sus tostadas, perfectamente untadas.

- Mi padre nunca habla de su trabajo - explicó el rubio - Siempre lo define como “mis cosas” o “los negocios” y cosas así.

- ¿Y no sentís curiosidad?

- Sí, pero en mi casa, si te dicen que algo no te importa, es que no te importa - Scorpius se encogió de hombros - Tampoco es algo que me quite el sueño. Tarde o temprano nos dirán cuales son los “negocios” de mi padre, al fin y al cabo, somos sus herederos.

El director Longbottom se puso en pie para recordar a los alumnos que faltaba una hora, aproximadamente, para que tuvieran que marcharse, y les recomendó que fueran terminando el desayuno y despidiéndose de sus compañeros, porque después siempre se formaba lío con los baúles y las despedidas.

- Mejor nos vamos yendo, que así cogemos mejor sitio - Scorpius se levantó y cogió a su hermana del brazo. James y Albus se levantaron para acompañarles hasta la puerta. Fuera ya esperaban los carruajes que les llevarían hasta la estación. Los Potter ayudaron a sus amigos a cargas sus cosas y se despidieron con fuertes abrazos.

- Mandaremos una postal desde Suiza - prometió Lisse, con una sonrisa un poco triste.

Albus y James volvieron a entrar en el castillo, pero se quedaron en el vestíbulo. Allí se despidieron de algunos compañeros. También se despidieron de sus primos. Rose les dio un fuerte abrazo. Era el primer año que no iban a juntarse todos los primos en Navidad.

Los dos niños se quedaron allí hasta que el vestíbulo se vació por completo. Sin la gente, el castillo parecía mucho más grande y un poco más siniestro.

James rodeó los hombros de su hermano y lo llevó hacia la sala común.

- Venga, vamos a ver si ya han puesto la lista de actividades esa.



La sala común estaba vacía, extrañamente vacía y silenciosa. Albus suspiró. Definitivamente, el cálido ambiente navideño brillaba por su ausencia.

- Mira, ya la han puesto - señaló James, intentando poner un tono de voz animado. Él también notaba la falta de espíritu navideño - Papiroflexia, Cocina Mágica, Decoración de Tarjetas Navideñas…

- Un motón de chorradas para mantenernos entretenidos - refunfuñó Albus.

James se exasperó. Estaba realizando un gran esfuerzo por comportarse como el hermano mayor y consolar al pelirrojo, pero no había manera.

- Mira, a mí tampoco me gusta esto. No hay galletas de la abuela, no hay Lily canturreando villancicos, no hay papá animado por las fiestas. El castillo es grande, es frío y está vacío, y los duendes nunca harán la cena de Navidad tan buena como la hace mamá, pero esto es lo que nos toca, nos guste o no. ¡Pásate las navidades de mala leche, si quieres, yo voy a intentar divertirme un poco!

Albus se quedó sin saber muy bien cómo reaccionar al discurso de su hermano. James, enfadado, salió de la sala común, rumbo a alguna parte.

El pelirrojo, solo, se dejó caer en su sofá favorito, intentando decidir si echarse a llorar o no. Unos pasos suaves le hicieron incorporarse. Uno de los chicos de su curso estaba mirando el tablón, seguramente consultando la misma lista que James había mirado antes. Sintiéndose observado, el chico se volvió y esbozó una sonrisa tímida al ver a Albus.

- Vaya, no sabía que había alguien más… - comentó.

- Mi hermano y yo no podemos ir este año a casa - explicó Albus.

- Yo he preferido quedarme a ir a casa. Vivo con mi tía y ella… bueno, no es muy navideña que digamos… - El otro chico era delgado, castaño tanto de cabello como de ojos. Era el más discreto de todos los chicos de Slytherin, y probablemente del colegio. Muy callado, siempre pasando como de puntillas. Albus intentó recordar su nombre. Estaba casi seguro de que era algo con M… - ¿Vas a hacer algo de lo que pone aquí?

- No sé - Albus se encogió de hombros - No parece muy divertido, pero supongo que será mejor que estar sin hacer nada…

- Pues yo creo que puede estar bastante bien. Por cierto, te llamabas Albus, ¿no? Albus Potter. Y tu hermano es James.

- Sí, eso me temo…

- Yo soy Paul, Paul Meier - el chico se acercó y le estrechó la mano - Estamos en la misma clase, aunque supongo que no te habrás dado cuenta…

- Hombre, no es eso…

- Tranquilo, estoy acostumbrado a que la gente no sepa que existo…



James recorría los pasillos sin un rumbo determinado. Apenas se cruzó con nadie, ya fueran alumnos, profesores o fantasmas. El castillo estaba como muerto, y el frío de diciembre parecía que estaba calando en el ánimo del pelinegro.

- Mira por dónde vas, Potter - exclamó una voz enfadada, cuando el niño chocó contra algo. James levantó la vista y se encontró con el ceño fruncido del profesor Von Trussle.

- Lo siento, señor, estaba distraído.

- Ya me he dado cuenta. ¿Ha preparado alguna broma navideña? - James se sorprendió un poco ante el comentario. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza hacer una trastada. No tenía ganas - Claro, que a lo mejor es menos divertido cuando el castillo está prácticamente vacío… y por otro lado, su amigo del alma no está, lo que también debe restarle gracia a la broma… sin público, sin casi amigos, en este castillo tan vacío… no debe de tener muchas ganas de armar jaleo, ¿me equivoco?

James se quedó mirando fijamente al profesor, sintiendo que éste podía leerle la mente. Había acertado de pleno. James no sabía si era tan predecible o si Von Trussle era vidente.

- No señor, la verdad es que no tengo pensado hacer nada, ni creo que llegue a hacerlo.

- Mejor, porque sería una lástima desperdiciar su talento. Espero verle en la actividad que he organizado, Potter, creo que le encantará.

Von Trussle se fue, sin dejar que el niño respondiera. James le miró marcharse y, cuando le perdió de vista, salió disparado hacia la sala común, para ver qué clase de actividad había organizado el profesor.



Albus y Paul estaban charlando sobre sus respectivas vidas cuando vieron a James entrar a toda velocidad. El pelinegro, sin reparar en los niños, se fue directo al panel de anuncios.

- ¿Siempre es así? - preguntó Paul. Albus le había estado hablando sobre sus hermanos.

- Sí, siempre. Como te he dicho, a veces es como si el mundo girara alrededor de él y lo demás fuese accesorio - suspiró Albus.

James se volvió, con los ojos brillando de emoción.

- Me he encontrado a Von Trussle en el pasillo - explicó, acercándose a su hermano - Y me ha dicho que ha organizado algo para estas navidades, así que he venido a mirarlo… ¡y va a dar un curso sobre leyendas y otros misterios mágicos!

Albus lo miró, levantando una ceja.

- ¿No lo entiendes? ¡A lo mejor cuenta algo sobre lo que pasó cuando nuestros padres eran jóvenes!

Albus no parecía tan convencido.

- No sé yo… nadie habla nunca de eso, parece que haya leyes prohibiéndolo o algo…

- Ya, pero existe la posibilidad, ¿no? Además, habla de leyendas y misterios. Cory me contó que cuando era niño su abuelo estuvo a punto de contarle uno de los mayores secretos de Hogwarts, pero que su padre no le dejó. A lo mejor nos cuentan algo ahora.

Albus puso los ojos en blanco. A su hermano le encantaban los misterios y las leyendas. Si querías que James Potter se interesara por algo, lo mejor era hablar de ello como si fuera una conspiración y prohibirle investigar.

- Bueno, ¿te apuntas conmigo?

El pelirrojo intercambió una mirada con su nuevo amigo.

- ¿A ti te apetece?

- ¿A mí? - Paul se sorprendió un poco de que le incluyeran en la conversación. James le había ignorado totalmente - Bueno, si vosotros quereis…

- ¿Y tú quien eres? - preguntó James, detectando al fin al castaño.

- Paul Meier, está en mi curso - presentó Albus.

- Mucho gusto, yo soy James, el hermano de Al. ¿Nos apuntamos los tres, entonces?

Los otros dos asintieron. Ya fueran los cuentos de siempre o misterios nuevos, ¿a quién no le gusta una buena historia?










Making Off:

- Si os digo donde estoy escribiendo esto… XD

- James se ofendió por el poco caso que se le hizo al capítulo anterior. Me ha costado Dios y ayuda convencerle de que actúe como un profesional. Menudo orgullo tiene este chico…

- ¿En Hogwarts dividen el año en trimestres, cuatrimestres o semestres? Ni idea, la verdad. En mi colegio y en mi instituto, eran trimestres, pero en la universidad son cuatrimestres…

- Capitulo publicado el dia de mi cumple (6 de marzo) ^^ me hace ilu :P

- Paul Meier era un personaje que iba a utilizar en el fic del concurso. Como al final no lo pude terminar, lo he modificado y reutilizado aquí. 

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